Tentáculos y textículos



Katsushika Hokusai

Microrrelatos acerca de El sueño de la mujer del pescador, de Katsushika Hokusai


Con la puerta entreabierta, la mujer quedó mirándolo hasta que su silueta dibujó un punto negro en el mar. Luego, bebió un par de mates y se recostó sobre el sofá, con los ojos fijos en los dos pulpos que su marido había traído para la cena; se levantó y acarició uno a uno los tentáculos del más pequeño, soltó un suspiro y cerró lentamente los ojos.


---Berta Varela--- (Concepción, Chile)


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Érase una vez un pulpo que soñaba con la mujer de un pescador que soñaba con los tentáculos de un pulpo soñador...


---Cristián Vila Riquelme---
(La Serena,Chile)


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Marea

El mar le arrebata la vida cada amanecer; el mar se la devuelve cada noche. Sobre las sábanas revueltas sólo queda la espuma.


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Echar las redes


De madrugada, cuando el pescador sube a su barca, el pulpo del deseo viene a su casa.


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Al pulpo del deseo jamás le sobran los tentáculos.


---José Manuel Ortiz Soto--- (México DF, México)




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Splash

Era el último día de una semana muy atareada. Una pesadilla, en verdad. Llegué muy tarde a mi casa. Todo estaba en silencio. Sólo brillaban las luces del antejardín. Dejé el auto en el estacionamiento, al final de la curva, más allá de los sicomoros, los tilos y los plátanos. Mientras caminaba sobre el césped recién cortado, me saqué los zapatos, los calcetines, la chaqueta, la corbata de seda que ella misma eligió, la camisa, los pantalones... toda la ropa. Estuve un instante de pie al borde de la piscina y finalmente me zambullí. La crucé en toda su longitud, reteniendo la respiración. Al llegar al otro extremo, salí violentamente a la superficie. Me faltaba el aire. Aferrado al borde, luego de quitarme el agua del rostro con ambas manos, la vi recostada en el deck,justo donde termina la superficie cubierta de palmetas de mármol. No estaba sola. No imagino cuánto tiempo llevarían allí. Era un encuentro discreto, en todo caso. No había gestos espasmódicos ni exhalaciones agónicas. Sólo un íntimo abrazo. Ella permanecía allí, silenciosa y dócil, aferrando con fuerza las poderosas extremidades de su acompañante. Nunca lo había visto. Había gran determinación en su mirada. Sabía qué hacer. Quizá esa tarde, con el cielo inflamado del ocaso, ella se cubrió apenas con el velo de seda que yo mismo elegí y se sumergió en lo más profundo. Cuando salí del agua avancé unos pasos y por fin me animé a hablarle. Antes que pudiera tocarla, él soltó su tinta. Me hundí en lo más profundo, en una verdadera noche. No puedo con su deseo. Para mí es insondable su imaginación. Yo sólo soy un hombre.


---Milton Puga--- (Temuco, Chile)



David Hockney, Flotador de goma en una piscina, 1971

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Retrato de mujer con enemigo

Cada noche, mi hombre sale a arrebatarle provecho al mar.

—Por los dos —dice, mirándome a los ojos, al tiempo que se aleja.

Entonces yo hago lo que debo hacer, me tiendo en la arena y sueño que mi cuerpo es el lecho oceánico. Sueño que ni aun las tormentas más fieras me tocan.

Cuando amanece él regresa, seguro y hermoso, entonces comienza el ritual.

Primero llena sus bolsillos con los cristales marinos que ahora abundan sobre el suelo, luego besa mis párpados todavía cerrados y acaricia mis pechos, por último cura las heridas que dejaran en mi piel tanto caparazón de tortuga, tanto tentáculo de calamar, tanto diente de tiburón, tanto.
 


---Patricia Nasello--- (Córdoba, Argentina)
 

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Ese día había leído a Lovecraft. El recuerdo de Cthulhu estaba fresco en su memoria. Cuando el súcubo se acercó al borde de su cama, notó la presión, su sexo se proyectaba hacia la profundidad del mar. Entonces, el kraken devoró su alma comenzando por su esencia.


---Pablo García Malmierca--- (Zamora,España)


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Érase una vez un pulpo que se perdió fuera del agua. Buscando humedades en las que sobrevivir y sin saber dónde se metía, quiso entrar en una mujer que tomaba el sol sobre unas rocas. La mujer le explicó por dónde entrar y cómo. Desde entonces vive en su vientre. Ella es feliz porque el pulpo entra y sale con frecuencia para escucharla cantar y contar cuentos.


---Helena González Sáez--- (España)


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Miyako duerme profundamente, su respiración es agitada por momentos como el mar cuando esta picado. Sueña que entre las manos del pescador ella es una balsa que trepa a la cresta de la ola y luego se despena hasta lo profundo de la pasión. La mano busca en la profundidad del botón de su sexo. Miyako humedece sus labios y suspira profundo. Afuera la luz del sol empieza a despuntar con el alba y las balsas empiezan a llegar a la playa.


---Jorge P.Guillén--- (México DF, México)



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Octopus y doncella

Dormía una noche, cuando apareciste tú como un ladrón en mi cama. Tu presencia era avasallante quería gritar, empujarte, tus brazos por todos lados, era una cárcel, yo aprisionada. Me sometías a fuerza, aunque sin violencia. No supe cómo, de pronto, también te deseaba y es que la caricia de ocho brazos fue sublime, devastadora. Sucumbí a esa suave fascinación y a la vez virilmente arrolladora, sin metáforas me envolvías completa. Orgía de diez brazos a la que me entregué todas las veces: veinte, treinta perdí la cuenta. Por la mañana, mi cuerpo sereno y dolorido creía que todo había sido un sueño. Una estrella de mar junto a la almohada te delata.

Ahora marchita y acabada, cual Penélope, te sigo esperando cada noche en mi cama.



---Azucena Franco--- Mexicana, estudió la Licenciatura en Historia y es Maestra en Letras Latinoamericanas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; ha presentado ponencias en congresos nacionales e internacionales de minificción en la UNAM, Berlín, Bogotá, Valparaíso; es coautora de Imaginarios de papel, y ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género (edición mexicana).

 

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Historia clásica

Érase una mujer y un pulpo. Érase un sushi bar y un chef. Erase una pulsión y un recuerdo. Los cuchillos brillaron bajo la luz de neón. Eran cuatro. Dos pequeñitos y dos corvos, con serrucho acerado. Gojira, dijo el chef. Ay, dijo la mujer, cuando las ventosas del pulpo succionaron su deseo. Los filos volaron por el aire espeso de tempura. La mujer no dijo nada. El pulpo tampoco.


---Lilian Elphick--- (Santiago,Chile)


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Cuando despertó, el pulpo no estaba ni ahí.

---Juan Cameron--- (Valparaíso,Chile)


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El pescador

Me gusta hurgar en su sexo y separar sus suaves pliegues de escarcha contenida. Como tentáculos, descienden mis brazos hasta los insondables secretos que se delatan en medio de inesperadas corrientes y ligeros quejidos. Así es ella, dueña de agudos y urgentes clamores que se disipan en singular agonía, ante las olas al lamer de nuevo sus orillas.

Soy el pescador en sus infatigables orillas, que ahora perece entre de las oscuras mareas de los sueños, los suyos y los míos.


---Guillermo Castillo---
(Guadalajara de Buga, Colombia)


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Goce-Ensueño


La poseyeron dos hacia el ensueño, uno oprimía su boca en el dulzor del sexo, el otro tiernamente, succionaba su lengua, y estallaron los mundos en palpitante trío. Cuentan que las aguas se volvieron celosas, hincando sus deseos en la orilla.


---Rossana Arellano Guirao---
(Santiago, Chile)

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Desde el bambú de Hokusai


Nunca mordió el anzuelo. Miento. Tuvo tres maridos. Nada de importancia. Por eso cuando vio las ventosas recordó sus juegos infantiles y su falda roja. El pulpo, intuitivo por naturaleza, la succionó sin poseerla. La destreza marina se cuenta en varios muros de internautas. Tinta sobre papel de arroz a la manera de Hokusai Por un tentáculo bien vale un pulpo.
 
---Sergio Astorga--- (México DF,México/Porto,Portugal)




 
Amiba




José Luis López Gálvez


María Gómez Sáez




Selección de textos: L.E.