Microcuentos de José Manuel Dorrego Sáenz


Roy Lichtenstein



Peor que usted


Se ovilla sobre las baldosas frías y comienza a temblar: ese es, básicamente, el Modelo 1, señor. Y créame que impresiona tanto como deprime. El modelo 2 también se ovilla y tiembla, pero añade unos gemidos entrecortados que ponen los pelos de punta, permítaseme la frase hecha. Cuesta algo más, claro está, pero compensa el sacrificio económico. El modelo 3, añade a sus predecesores un llanto con lágrimas hiperrealistas que le estremecerán. Junto a él, comprenderá lo que significa realmente la desolación. Todos incluyen garantía de cinco años, piezas y mano de obra incluidas. Créame, señor, si busca alguien más desdichado que usted, nuestros modelos son el complemento ideal: su aciaga y desdichada existencia harán que sus problemas le parezcan una bendición.


La poda



Está a punto de alcanzar la excelencia de la brevedad. En su último relato de una sola línea, ha conseguido prescindir del verbo, el adverbio, los dos adjetivos y el pronombre personal. Aún le queda una conjunción copulativa, de la que intentará deshacerse próximamente (Ya tiene un plan al respecto) Entonces solo le quedarían los puntos suspensivos, gracias a los cuales confía en mantener la intriga hasta el final.



Sonría, por favor


Usted es el primero que la abre ¿Cómo consigue permanecer impertérrito? Hace tres siglos que nadie llega hasta aquí para abrirla, debería sentirse un titán, un elegido, un héroe, un prócer. Y sin embargo, mírese, la ha abierto con desgana, como con desidia, igual que si estuviese abriendo, medio dormido, la tapa del bote de Cola Cao por la mañana. Pero en el pecado llevará la penitencia. Ahora deberá permanecer aquí, junto a ella, hasta que alguien regrese para abrirla de nuevo. Y ponga un poco de actitud de su parte, señor, por lo menos sonría, que parezca que, al menos, le entusiasma lo que hace.



2500 voltios



No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde. Por motivos logísticos, su ejecución ha sido aplazada hasta el jueves de madrugada. Así pues, para usted hoy es como si fuese un viernes. Sea positivo y sonría, caballero: piense que es como si le quedara todo un fin de semana por delante.



Sin noticias de Dorian Gray



Le di un puñetazo al lienzo, mi brazo se hundió en la pintura y quedé integrado dentro del cuadro. ¿Qué qué se siente formando parte de una obra de arte? Francamente: desasosiego. Como era un cuadro vanguardista, ahora soy un arlequín con orejas de búho (Ya sé, los búhos no tienen orejas, pero eso forma parte de la gracia del vanguardismo). Al verme, la gente dice cosas como “Sé magnific”. Yo flipo. La próxima vez le doy un puñetazo a un retrato costumbrista: por lo menos, dirán que les recuerdo a alguien que se parece, lejanamente, a no sé quién.



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José Manuel Dorrego Sáenz (España)



Comencé a escribir muy joven, cuando en la televisión solo había un canal con películas malísimas donde siempre ganaban los buenos, así que era la manera de inventarme mis propias historias. Luego, en 2002 me encontré en Internet con Ficticia, página decana del cuento en la red, y donde el microrrelato tiene un hueco esencial. Desde entonces escribo y colaboro en esa página, igual que otros están apuntados a un club de críquet. Tengo relatos publicados en la antología “Latidos”, “101 fictimínimos” o “La lectora impaciente”, y he sido ganador o finalista de concursos como “Relatos de verano” (ABC) “Los microrrelatos de El País” (El País) “Relatos” (ABC), “Concurso de relatos de RENFE”, “Cuentos en la Onda” (Onda Madrid), “El museo de la palabra”, “Augusto Monterroso”, “Maratón de microrrelatos Navacerrada 2015” o “Relatos en Cadena” de la Cadena Ser, donde he sido 8 veces finalista, y estaré presente en la final anual de 2015. En mayo, presenté y publiqué mi primer libro en solitario de microrrelatos, “El contrabajista del Titanic”, cuya segunda edición se espera para el mes de junio.