Andreu Fernández |
Por Martha Cecilia Ruiz
CRIÍTICA LITRERARIA
Se estremece al pensar que en algún universo paralelo, ella escribe con errores ortográficos.
Ilili, ilili
A Isolda Rodríguez Rosales
Lo más fácil fue culparme. ¡Eso pasa por tener a una mujer como wihta, como juez! El consejo de ancianos lo había advertido y pedía mi cabeza. No pasó a más. Horas más tarde, las noticias de Puerto indicaban que éramos de los dichosos, sin casa, sin comida, sin iglesia, pero todos con vida.
Hoy los líderes lo aclararon todo. No es mi culpa. No es por mí, sino por aquellas que con su sangre ahuyentaron a las tortugas.
¡Ilili, ilili! gritan en los cayos.
Los tiburones las prefieren con la regla.
(*ilili: tiburón en lengua miskita)
EN LA TARDE
Nadie pensó que moriría tan pronto, después de todo era el único sobreviviente. Cuando lo encontramos en la copa de un chilamate, de su pueblo sólo quedaban toneladas de lodo y el tufo a muerto.
Nunca, ni una sola vez contó sobre los rugidos del cerro o la angustia de su gente muerta bajo el aluvión.
Quizá la tragedia y la falta de familia lo hicieron un hombre precavido. A la primera señal de lluvia dejaba el arado y buscaba refugio.
La señora señaló la banca lucia, brillante, llena de olores a tortilla y a sol. Se sentó entre dos hombres serios como muertos. Él, sereno como siempre con el perro entre las piernas. Nadie habló, sólo un rayo certero que al fin se lo llevaba.
Reclamó la lluvia lo que era suyo.
***
Martha Cecilia Ruiz (Managua, 1972)
Se estremece al pensar que en algún universo paralelo, ella escribe con errores ortográficos.
Ilili, ilili
A Isolda Rodríguez Rosales
Lo más fácil fue culparme. ¡Eso pasa por tener a una mujer como wihta, como juez! El consejo de ancianos lo había advertido y pedía mi cabeza. No pasó a más. Horas más tarde, las noticias de Puerto indicaban que éramos de los dichosos, sin casa, sin comida, sin iglesia, pero todos con vida.
Hoy los líderes lo aclararon todo. No es mi culpa. No es por mí, sino por aquellas que con su sangre ahuyentaron a las tortugas.
¡Ilili, ilili! gritan en los cayos.
Los tiburones las prefieren con la regla.
(*ilili: tiburón en lengua miskita)
EN LA TARDE
Nadie pensó que moriría tan pronto, después de todo era el único sobreviviente. Cuando lo encontramos en la copa de un chilamate, de su pueblo sólo quedaban toneladas de lodo y el tufo a muerto.
Nunca, ni una sola vez contó sobre los rugidos del cerro o la angustia de su gente muerta bajo el aluvión.
Quizá la tragedia y la falta de familia lo hicieron un hombre precavido. A la primera señal de lluvia dejaba el arado y buscaba refugio.
La señora señaló la banca lucia, brillante, llena de olores a tortilla y a sol. Se sentó entre dos hombres serios como muertos. Él, sereno como siempre con el perro entre las piernas. Nadie habló, sólo un rayo certero que al fin se lo llevaba.
Reclamó la lluvia lo que era suyo.
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Martha Cecilia Ruiz (Managua, 1972)
Escritora, periodista y gestora cultural. Dirige la revista de cultura y turismo “Granada Tierra Firme”. Incluida en varias antologías de poesía y narrativa, ha participado en festivales literarios en Nicaragua y México. Publica desde los años noventa en la web. Desde hace diez años codirige la revista cultural El País Azul en www.radiolaprimerisima.com Dibuja en sus ratos libres; trabaja como consultora en Comunicación y Derechos Humanos.