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IMPULSOS NATURALES
La parte animal de mi padre asoma cada noche al descalzarse. Fuera de casa es un hombre que trabaja sin descanso y nunca se queja. Pero al llegar la noche, brama que está harto de tanta civilización y se revuelca por todas partes hasta que se calma.
Nuestra madre, sin embargo, disimula sus colmillos afilados de forma natural, salvo cuando nos lleva al zoo para visitar a los abuelos.
LOS INCOMPRENDIDOS
Cada vez que la niñera nos toca el piano, se duerme. Nada más escuchar sus propias notas, cae en un sueño profundo. Entonces aprovechamos para componer nuevas partituras, escribir cuentos para adultos y reflexionar sobre la época histórica en que vivimos. Lo malo es que últimamente apenas cierra los ojos unos instantes. Tal vez intuya algo extraño, así que ya no jugamos a ser adultos. Ahora solo nos comportarnos como los críos inquietos que en el fondo prefieren que seamos.
MALA FAMA
Cuando sueña con la santera, despierta satisfecha. Al principio le asustaba verla danzar mientras entonaba letanías sonoras incomprensibles. Escenas lúgubres envueltas en el humo de la inconsciencia que acentuaba su desorientación al despertar. Pero se ha acostumbrado a sus bailes y a que la salve de todas esas pesadillas en las que la persiguen por su color y las supersticiones. A ella, que en ninguna de sus siete vidas arañó a nadie.
Fue un error que el perro condujera. Tenía prohibido salir del laboratorio, pero hace caso omiso de las normas. Ahora no sabemos cómo explicar lo de sus largas piernas ni mis cortas patas. Las oculto como puedo bajo la falda mientras mi marido explica al policía lo de sus estudios científicos con esa lengua viperina que tiene.
RECONOCIMIENTO
Al viejo elefante lo enviaron a un zoo cuando el último circo cerró. Ahora escucha rugidos, contempla personas que pasan de largo y se aburre.
De noche sueña con aplausos y ovaciones. Su memoria lo traslada a todos esos circos en los que conoció a generaciones de domadores. Y a su vida anterior a aquella, hasta alcanzar la juventud en su África natal. Le gustaría vivir en los recuerdos, pero de vez en cuando algún niño balbucea su verdadero nombre y ambos sonríen por arte de magia.
EL JUEZ DE PAZ
Tras embestir a seis ciclistas pierde el interés. Los mismos gritos de siempre, sangre en exceso sobre los quitamiedos y cascos desperdigados. Prefiere el sonido de una automática, pero siempre que agota la munición regresa a esas carreras de coches en las que todo vale con tal de llegar a la meta. En algo debe emplear el tiempo muerto entre vista y vista.
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Sara Coca
Sevilla. España. Periodista, gestora cultural y postgraduada en Escritura Creativa.
Ha publicado los libros: Puentes, Micromundos, A qué sabe lo que somos, No quieras saber tanto, Desubicados. Microficciones Audiovisuales y Caóticos.
Participa en numerosas antologías de microrrelatos, entre ellas, Resonancias, Brevirus, Historias mínimas, Brevestiario, Microfantabulosas y Minimundos. Ha publicado en revistas como Conexión NorteSur, Microtextualidades, Relieves, Infolibre y algunos de sus microrrelatos se han traducido al húngaro.
Asimismo, ha obtenido diversas menciones y premios, como el I Premio Internacional de Microrrelato de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria y el Proyecto MiRed 2020. Mención especial en V Certamen Nacional de Microrrelatos Tudela de Duero y el I premio de Microrrelato Ciudad de Dos Hermanas 2021.
Imparte talleres de escritura creativa desde hace más de diez años y forma parte de la Asociación Cultural Bohemia, del Colectivo Internacional de Minificción y de la Red de Escritoras de Microficción (REM).