La herramienta feroz
Desoyendo los consejos
de sus compañeras, en sus tradicionales atuendos de mucama, enfermera o
religiosa, Catalina insistió en la túnica muy larga y en la herramienta feroz.
A pesar de que la sensatez preveía el rechazo, resultó ser una de las más
solicitadas: muchos se complacen en jugar con ella sabiendo que nunca podrían
tomar y dejar a voluntad a la auténtica mujer de la guadaña.
La que no está
Ninguna tiene tanto
éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica
consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia. Los que
preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman
distraídos, tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la
única, a La Que No Está.
Profetas y cataclismos II
El quisiera ser temido
y respetado, pero la gente sencilla lo trata con afecto. En esta zona de la
ciudad hay tanta desgracia individual que las modestas tragedias colectivas se
comparten sin pena. En su valijita de plástico un poco sucia, el profeta
humilde lleva siempre con él dos o tres catástrofes menores. Un viento fuerte,
capaz de levantar unos cuantos techos de chapas, ese terremoto pequeño y
gastado del que está tan orgulloso, una epidemia de conjuntivitis viral.
El que acecha
Mi espada hiende el
aire. La herida se cuaja de goterones sangrientos. ¿He acertado por fin en el
cuerpo del que acecha, enorme, del otro lado de la realidad? ¿Es la música de
su muerte este vago rugido estertoroso, esta respiración gigante? ¿O es el aire
mismo el que, partido en dos, agoniza?
Asoma por el tajo la
hoja de otra duda, de otra espada.
Creación V: Lo que ha hecho el niño
La madre está
orgullosa. ¡Desde tan pequeño! ¡Y con los materiales de la caja de juguetes!
Para cuando el padre vuelve del trabajo, lo ha colgado del techo en el cuarto
principal, con los otros, y no se ve mal (considerando su edad) junto a los del
padre y el abuelo. Como es lógico, a medida que se aleja uno del centro
caliente del amor, la admiración por la obra del niño se atenúa. Los padres se
felicitan entre ellos y se jactan ante los demás, a la familia le parece muy
bien, los vecinos sonríen comprensivos: más allá, por supuesto, nadie se
entera.
Pero han pasado ya
muchos años, y a sus habitantes, Señor, nos sigue pareciendo un capricho
infantil, tan elemental, tan precario, recuérdanos ahora que has crecido.
La ciudad soñada
Usted llega, por fin,
a la ciudad soñada, pero la ciudad ya no está allí. En su lugar se eleva una
cadena montañosa de indudables atractivos turísticos.
Pero usted no trajo su
equipo de andinista, no tiene grampas, ni cables, ni vituallas, usted trajo una
guía de restaurantes y un buen traje, y entradas para el teatro. La ciudad, por
el momento, está del otro lado, y el guía le ofrece atravesar la
cordillera a lomo de mula. Y mientras avanza lentamente sintiendo que su
columna vertebral, que sus riñones ya no están para esos trotes, usted percibe
en la reverberación del aire que la ciudad está volviendo a formarse a sus
espaldas, temblorosos y transparentes todavía los rascacielos, como medusas del
aire.
Equilibrista nato
A pesar de su evidente
aptitud, el hijo del equilibrista se resiste al oficio que pretende imponerle
su padre. En la gran ciudad, seducido por una muchacha del público, el
adolescente huye con una familia de abogados.
Muchos años después,
exitoso y agradecido, visita el circo para reconciliarse con su padre y para
compartir con su familia la fortuna que ha logrado reunir haciendo equilibrio en
el filo de la ley.
2
Un grito entra por la
ventana. Si lo dejo salir, volverá a molestarme. Rápidamente bajo las persianas
y me entiendo con él. Le propongo sonar libremente en los horarios que prevé el
reglamento. Él es frugal. Yo soy generosa. Sin embargo, la convivencia nos
resulta imposible. A la larga, dormir toda la noche con un grito reprimido
suele traer dolores de cabeza.
13
Consulto textos
hindúes y textos universitarios, textos poéticos y textos medievales,
textos pornográficos y textos encuadernados. Cotejo, elimino hojarasca, evito
reiteraciones. Descubro, en total, 327 formas de combatir el insomnio.
Imposible transmitirlas: su descripción es tan aburrida que nadie podría
permanecer despierto más allá de la primera. (Esta es la forma 328.)
171
Mi hija usa la misma
palabra para llamar a los pies, a los pájaros y a los ombligos. Esto es un pie,
hija mía, y no un pájaro, la corrijo con severidad, tomando entre mis manos uno
de sus piececitos tibios, palpitantes, alados y cubiertos de plumas.
La pequeña Lucía Zárate
En su edad adulta, la
mexicana Lucía Zarate llegó a medir cincuenta centímetros. Pesaba dos kilos y
medio y era perfectamente normal en cualquier otro aspecto. Fue la enana de
circo mejor pagada de la historia. En 1880 ganaba nada menos que veinte dólares
la hora. Murió una noche por congelamiento, cuando el tren en el que viajaba
quedó varado en las Montañas Rocallosas.
Aquellos que van en
peregrinación hasta el lugar de su deceso, la consideran una intercesora ante
la divinidad. Instalada a los pies del Trono del Señor, sólo ella en toda la
jerarquía de santos sería capaz de resolver los pequeños problemas que los
demás desdeñan. Se ruega a la mínima Lucía para que nos libre de los callos, el
mal aliento, las visitas inoportunas, la gente que habla en el cine, las
manchas de comida en la ropa buena y la picazón por alergia de contacto.
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Ana María Shua(Buenos Aires, 1951). Novelista, cuentista, ensayista,
poeta, ha sido traducida a varios idiomas. Es considerada “La Reina de la
Minificción” por la calidad y cantidad de su obra.
En el 2009 publicó
“Cazadores de letras. Minificción reunida”, un libro de casi 900 páginas, donde
se reúne su obra mínima, tomada de sus libros “La sueñera” (1984), “Casa de
geishas” (1992), “Botánica del caos” (2000), “Temporada de fantasmas” (2004),
“Fenómenos de circo” (2011).
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Selección de los
textos: Violeta Rojo.