PRESENTACIÓN DE «FUERA DE TIEMPO», DE LILIAN ELPHICK

 


 

Lilian Elphick y Eutôpia Ediciones tienen el placer de invitarles al lanzamiento del libro de minificciones «Fuera de tiempo».

 

Viernes 21 de abril de 2023, 19 hrs., en la Sociedad de Escritores de Chile, SECH, Almirante Simpson 7, Metro Baquedano, Providencia.


Presentan: Ingrid Córdova y Diego Muñoz Valenzuela.


ENTRADA LIBERADA.

 

Se ofrecerá un vino de honor.


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Lilian Elphick (Santiago de Chile).
Es Licenciada en Literatura por la Universidad de Chile, directora de talleres literarios y editora general de la revista virtual Brevilla, dedicada a la minificción.


Publicaciones: La última canción de Maggie Alcázar (1990); El otro afuera (2002); Praderas Amarillas (2019); Ojo Travieso (2007); Bellas de sangre contraria (2009); Diálogo de tigres (2011); Confesiones de una chica de rojo (2013); K (2014); El crujido de la seda (España, 2016); Capilar (2018); Fuera de tiempo (Edición en papel de Eutôpia Ediciones, Chile, 2022. Edición digital de BGR, España, 2022, en Amazon Kindle).

 

Con el libro Bellas de sangre contraria ganó el Premio Mejores Obras Editadas del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en octubre de 2010, Santiago de Chile. El libro Capilar fue seleccionado por el Programa de Adquisición de Libros del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Chile, 2019.

Está incluida en más de un centenar de antologías de cuento y minificción. Sus textos han sido traducidos al italiano, francés, rumano, húngaro, griego, portugués, etc.

 

 

Comentarios a Fuera de Tiempo

 

Eddie Morales Piña:

 

«No cabe la menor duda que Lilian Elphick con este nuevo libro consolida nuestra percepción de que nos encontramos ante una maestra en el género del tercer milenio. Quienes ingresen a las páginas de este libro no saldrán defraudados, pues los relatos atrapan y sostienen su lectura, producto de la llegada de la escritura como lo recuerdan los epígrafes de Hélène Cixous».

Marzo 2023.

En: Letras de Chile


Edmundo Moure R.:

 

«Fuera de tiempo es un conjunto de escritos donde la intemporalidad está en las eternas o perennes interrogaciones de la condición humana, que Lilian desarrolla y acomete desde su tríada estética de poeta, narradora y pintora del mundo, y de sus realidades ocultas en el sustrato de lo aparente, desvelándolas mediante la fruición del lenguaje que se poetiza, describe y pinta a sí mismo».

Febrero 2023.

En: Cine y Literatura

 


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Ingrid Córdova Bustos, nacida en Santiago de Chile, profesora de Lenguaje y Literatura, gestora cultural, editora y poeta organizadora del Colectivo Poético «LA GUARIDA».
Durante 25 años imparte clases en el Colegio Latinoamericano de Integración, establecimiento emblemático en Chile, vinculado al caso de los profesores secuestrados en dictadura. Siempre interesada en hacer del arte, una forma de promoción de los valores humanos, desarrolla talleres literarios para jóvenes y adultos en diversas organizaciones del centro y periferia de la capital.

Ha sido publicada en diversos medios escritos y digitales del país y de Argentina. Su poesía recorre, básicamente, dos derroteros: poesía social y poesía erótica. Incursiona también en narrativa, a través de la crónica literaria y el relato breve.

Ha publicado, entre otros, los libros La cueva de la Medusa y El velo de la Catrina.



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Diego Muñoz Valenzuela (Constitución, Chile, 1956). Ha publicado quince libros de cuentos y microcuentos y ocho novelas. Cultor de la ciencia ficción y del microrrelato. Libros suyos han sido publicados en España, Croacia, Italia, Argentina, Perú y China. Cuentos traducidos a once idiomas. En 2022 publicó la novela La muerte es un trámite (Zuramérica, Chile).



*FAVOR DIFUNDIR*

«FUERA DE TIEMPO», DE LILIAN ELPHICK: CONDICIÓN EXISTENCIAL EN UN MUNDO AJENO

 

Fuera de tiempo, de Lilian Elphick. Dibujo de portada: Sergio Astorga

 




Crónica literaria de Eddie Morales Piña

 

Probablemente -si la memoria no me engaña-, conocí a la escritora Lilian Elphick en el III Congreso Internacional de Minificción el año 2004 en la Universidad de Playa Ancha en Valparaíso. En esa instancia se dieron cita connotados cultures del relato breve, así como académicos/as que teorizaban sobre el denominado género del tercer milenio. Si no fue así, seguro que estuve con la autora en algún encuentro sobre el microrrelato en Santiago. Desde este momento, he procurado seguir la huella escrituraria suya. Recientemente, hemos leído su libro Fuera de tiempo (2022) y al acabar el proceso de lectura inicial y luego una doble lectura, se puede concluir que estamos frente a una maestra del relato hiperbreve.

Una breve disquisición teórica, nos permite afirmar que, si el cuento puede ser definido como un artefacto verbal breve, y la brevedad en este caso cae dentro de la subjetividad de cómo la entendemos, el microrrelato, por su parte, ahonda, profundiza, en dicha cualidad. La brevedad exigida a su máxima potencialidad es como su cualidad intrínseca. Los que han estudiado esta forma escrituraria han fijado el límite de la extensión de un microrrelato en la página -una línea, un párrafo, media página, o una página y media-, para ser leído de un tirón o un solo vistazo, ya que su hiperbrevedad nos permite empezar y terminar de leerlo en cualquier parte. En su transitar como forma discursiva en la búsqueda de su delimitación, definición e historia, el relato breve ha sido denominado minicuento, microcuento, minificción, cuento ultracorto, cuento brevísimo, cuento en miniatura, relato hiperbreve. En este sentido, la autora Lilian Elphick conoce bien la retórica de la forma escrituraria y su reciente obra así lo demuestra.

El texto está dividido en dos secciones; la primera parte, le da nombre al libro, Fuera de tiempo, mientras que la segunda, se denomina Escritura del parapente. Se trata, por tanto, que dos de los microrrelatos que se titulan así, sirven de soporte al resto de las minificciones que componen el libro. En total, cincuenta y nueve textos que dan cuenta de la solvencia narrativa de Lilian Elphick. Una de las características de este formato discursivo literario está en la reescritura, en la intertextualidad, en la presencia de epígrafes que son motivación de la escritura, en el diálogo metadiscursivo con el gran mapa de la literatura universal. Elphick lo sabe bien. De la totalidad de los relatos, se desprende una suerte de prosa poética, casi lírica, en más de una ocasión, lo que inmediatamente lleva al lector a rememorar los haikus japoneses. El uso del lenguaje y de la retórica literaria con imágenes y descripciones sintéticas propias de esta escritura del microrrelato ponen en evidencia, sin duda, que la autora se ha transformado en una maestra de este género narrativo, al que bien le caben las características que Italo Calvino daba como propuestas para el tercer milenio: “El hielo en lo más alto de la montaña nunca duerme. El agua en las laderas de la montaña salta al vacío. El lago a los pies de la montaña refleja toda la montaña y no lo sabe” (La pasión).

Fuera de tiempo, la primera sección, puede tener varias connotaciones interpretativas. El microrrelato que lleva este título tiene como un paratexto una cita de Virginia Woolf, por tanto, la narradora, es decir, quien se trasluce en la escritura bien podría ser la propia autora de El cuarto propio: “y es esta rebeldía que llevo al caminar en la escritura tierna e incomprensible”. Estar fuera de tiempo es una condición existencial en un mundo ajeno. De esto hay más de una muestra en la primera parte. También la evocación de un tiempo pasado reciente o más lejano, pero presente cabalmente se nos muestra como espacios de dolor e ignominia. El sufrimiento del pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial se rescata en unas notables micro escrituras, que se transforman en una lección moral para la humanidad actual: “La mano sujetó con fuerza la maleta de cartón. El pañuelo en la cabeza voló al subir al tren, pero ella no miró hacia atrás. Estaba abandonando a su querida Budapest con la estrella de David cosida al pecho” (Viaje de ida). Un relato magistral en este mismo contexto histórico rememorado es La trapecista donde la voz narrativa evoca a Franz Kafka -escritor que incursionó en esta forma narrativa y que lo tiene como uno de los referentes esenciales, y al que Lilian Elphick recuerda en más de una oportunidad en la actitud dialogante con los textos universales. Todo lector/a de Kafka sabe de su relación sentimental con Milena Jesenská. Las cartas que se cruzaron entre ambos hace tiempo que las leí. En el microrrelato que lleva el nombre de «Milena», muerta en Ravensbrück, la narradora rescata su memoria martirizada y nos recordó aquellas misivas que eran “como golondrinas que vuelan sin coordenadas”. Elphick, la autora, mediante su transfiguración en la locutora testimonia “78 años después vuelves a pasar por el corazón, el mío, y así te enlazo a mi escritura”. De la misma forma este enlace escriturario aparece en el texto «Ana» -Ana Frank, la niña judía autora de un diario que escribió en los casi dos años y medio que estuvo oculta de los nazis y que inmortalizó su memoria -, donde se interpela a la “niña hermosa”: “borra mi huella e imprime la tuya”. Los textos de la sección primera trasuntan una melancolía y dolor que abarca sucesos más recientes como el tema de las migraciones y los desplazados -hombres y mujeres de distintas edades que rearticulan el drama de estar fuera de tiempo, así como también el de los ancianos que sólo esperan salir del sueño de la vida.

La segunda parte del libro recoge microrrelatos que son de caída libre. Por eso está la palabra parapente en el título de la sección y en el texto respectivo. El parapente es aquel cuasi paracaídas que permite saltar de una montaña y sobrevolar manejando el aerodino. No sé por qué, pero se nos vino a la memoria la imagen de Altazor. Los relatos tienen esta connotación. La relatora, narradora o locutora lo tiene claro: “Hemos caído las dos: yo por escribir y tú por leerme” (Caída), esta se transforma o metamorfosea en una excritora (“convirtió la palabra en silencio, ahora, cuando hay tanto que escribir, es la excritora” donde hay un guiño al cuarto propio) o en la palabrera (“El olvido, en el mejor de los casos, es una escritura inocente”). Dos textos relevantes que abarcan más de una página -podrían ser cuentos, pero en esencia mantienen los caracteres de la escritura minimalista- son Monterroseana II y La línea verde. Estamos en presencia de una escritura perfecta donde nada sobra o nada falta. El primero alude a Augusto Monterroso -uno de los maestros del género- en diálogo y deambulando con Gregorio, que no es otro que Samsa, mientras el dinosaurio pasta. Lo metadiscursivo puesto en acto en un relato notable, al igual que el que cierra el volumen donde la narradora tematiza el viaje hacia el hospital y su transitar por dentro del espacio del dolor en busca de su hermano siguiendo una línea verde.

En síntesis, como lo dijimos al principio, no cabe la menor duda que Lilian Elphick con este nuevo libro consolida nuestra percepción de que nos encontramos ante una maestra en el género del tercer milenio. Quienes ingresen a las páginas de este libro no saldrán defraudados, pues los relatos atrapan y sostienen su lectura, producto de la llegada de la escritura como lo recuerdan los epígrafes de Hélène Cixous.

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Lilian Elphick. Fuera de tiempo. Santiago: Eutôpia Ediciones Ltda. 2022. 81 págs.

El libro está disponible en Busca Libre.

 


 


MIGUEL ALAVEZ: «LOS CAZADORES OCULTOS»

rawpixel.com en Freepik

 

 

I

Había oído decir a su padre que el mundo era cruel e injusto. Que la vida en la ciudad y el campo iba de mal en peor. Y que la naturaleza se extinguía a pasos agigantados. Por eso, el día que debía nacer, Jacinto se negó a abandonar el útero de su madre. Fue necesaria la intervención de una cesárea para sacarlo al exterior, pero antes de ello, cegó sus ojos para evitar la oscuridad del mundo. 

 

 

II

Subieron rápidamente al barco. Cada uno se situó en su puesto correspondiente y enseguida desanclaron la nave. «¡Allá vamos, en busca del tesoro!», articuló el que hacía de capitán mientras apuntaba al horizonte con su espada desenvainada, al filo de la proa. Y el viento desairado y tibio comenzó a empujar a la tripulación de niños que jugaban dentro de una caja de cartón. 

 

 

III

Lo descubro acechándome, oculto entre la hierba. Lentamente se va aproximando con el sigilo de un cazador experimentado. Y cuando apenas nos separan unos cuantos centímetros de distancia, se levanta de un brinco y clava sus filosos colmillos en mi espalda. Quisiera huir, pero no puedo: a veces, una como madre debe lidiar con los arrebatos salvajes de sus pequeños cachorros. 

 

 

IV

Casi todos los devotos del pueblo acuden cabizbajos a la iglesia a confesar las atrocidades que han cometido cuando son torturados por la sospecha de que sus esposas les son infieles con un varón desconocido. El padre, un hombre robusto y de buen vestir, no puede hacer más que consolarlos con la lectura de algún pasaje bíblico, y suspirar aliviado porque hasta ahora no ha sido descubierto.

 

 

V

Su retórica era impresionante. Hablaba con una elocuencia y exquisitez equiparables a las de un gran orador. Además, la robustez de sus argumentos era tal, que éstos parecían irrefutables. Todo su palabrerío, en suma, tenía potencial de sobra para deleitar y disuadir los oídos de cualquier espectador. Lástima que sólo podía pronunciarlo frente a su sombra.

 

VI

Alzó la pistola, apuntó al espejo y jaló el gatillo. En medio de la nube de humo que produjo la detonación suspiró aliviado: el rostro bañado en sangre del asesino había desaparecido.

 

 

VII

El pueblo entero, armado con escopetas y machetes, avanza hacia las entrañas del bosque en busca de la misteriosa criatura que desmembró a las reses del condado. Entre todo el tumulto de gente embravecida va Jacinto, con las manos ocultas en los bolsillos del pantalón y las garras aún llenas de sangre. «¡Hay que matarlo!», grita, al tiempo que simula con maestría una gran indignación.

 

***

 

Miguel Alavez. 8 de mayo de 1997, CDMX, Estado de México.

Estudia Economía en el Instituto Politécnico Nacional. 

Las áreas de conocimiento que más le apasionan de esta ciencia son Filosofía económica, Historia económica, Macroeconomía y Métodos cuantitativos.  
Su experiencia en el ámbito de la escritura es reciente, aunque vasta.

 

Ha publicado microrrelatos en antologías latinoamericanas y un ensayo de Economía por la UNAM. También participa en «Aprende Economía» -página de facebook- publicando textos que abonan al debate de la ciencia económica. En sus ratos libres se dedica a leer y, cuando la inspiración aparece, escribe.

 

 


 

RICARDO BUGARÍN: «MEMORIAS PARA UN RECUERDO»

 

“Memoria profética” (2020), obra del artista argentino Mariano Piantoni.

 

RELATO DEL CENTENARIO

Eliseo Morales era un chambón. Se vanagloriaba de tener escondido un diente de esmilodontes, como si eso le diera chapa de culto. Sus bravuconadas  llegaban hasta a la luna ya que, incluso, decía que la hoja de su facón tenía más relumbre que el farol del cielo. De provocador lo decía, nomás, ya que el pobre después se caía de sueño o embriaguez y perdía hasta su santo y seña.

Para el Centenario se les ocurrió recordarlo junto a otros personajes del pago y así fue que, en una esquinita de la plaza, habían construido una especie de altarcito criollo con lonjas de cuero donde se leían los diversos nombres de los homenajeados. Y allí estaba don Eliseo Morales. Decir estaba, es un modo. Hacía rato que era ceniza. Imagínese, si eso fue como para el 30 y mire la fecha que lo dice este diario….Pero de fijo que estaba. El recorte no dice (y eso crea dudas) que en aquella noche se vino un sacudón de tierra, de esos bravos a los que llaman chileno, y se produjo la ahuyentada general que desapareció hasta a los muertitos. El recorte no lo dice, pero se aseguraba hasta hace unos años, que el sacudón fue motivado por el diente oculto que tenía Morales. Parece que hay homenajes que suscitan celos.

 

EL POTE AZUL

Sobre la cómoda, en un pote azul, estaba la crema de Curupaytí. La yaya solía contar, a quien quisiera oírla, que ese ungüento estaba puramente hecho de upites argentinos y cojones brasileños gracias a la labor del honradísimo general Díaz. Las nativas del cañadón habían logrado juntar todas esas preciosuras que, mezcladas en trituras con algunas hierbas, era un apreciado remedio para los sabañones y dolores de rodillas. En las épocas de lluvia era cuando más corría el ungüento. En varias leguas a la distancia se conocía de sus bondades y hasta el mismísimo general Mitre, tan odiado en esos parajes, había recibido su benefactora compañía. El pote azul tenía, también, sus detractores. Su perfume pútrido no bastaba con intentar quitárselo con agua de azahares y solía perdurar en el aire algunas horas luego de su aplicación. Todo lo aquí recordado es lo que sentíamos ante la vitrina de la sala 23 cuando, en un reparo del paseo, encontramos en exhibición un alto frasco etiquetado como “bálsamo de guerra” que el Museo de Historia conserva junto a ilustrados manuscritos y apaisados lienzos que dan testimonio de aquellos aciagos tiempos en los que también, por estas tierras, se hablaba de Patria.

 

EL ENTENADO

Yo nací con algunas restricciones. Mis abuelos ya no existían, mi madre falleció al darme a luz y mi padre era un desconocido. Fui criado por una familia de ucranianos y las cosas se fueron dando de tal modo que ahora estoy en este país, habitando una especie de mar inmenso cubierto todo de pasto. En el tiempo que se viene el lino, el sol parece estrangularse en sus colores y el aire todo se llena de un aroma especial y sostenido. A unas leguas de aquí habitan los que serían mis vecinos. No nos frecuentamos y no nos entendemos. Ellos hablan un idioma que desconozco. Con los que serían mis empleadores, las señas pueden acercarnos al menos para lo imprescindible. Todo lo demás es ancho mar lleno de pasto. También es una cárcel. Soy, al final, el entenado de la tierra. Cuando ya no quede ni en osamenta, tal vez alcance la liberación definitiva.

 

EL MANGRULLO

El mangrullo, cansado de ser el parapeto desde el que se otea el horizonte, tomó la decisión que acariciaba hace tiempo, abandonó la trinchera, y se sumergió en la tierra. Cuando llegó el malón, todo fue arrasado. Se dijo que el centinela de turno no avisó a tiempo la vecindad de la indómita visita. En el informe no se dijo nada del mangrullo. Se le respetó los fieles servicios prestados y se prefirió otorgarle el honor del silencio.

 

LA CONGOJA

Tiene la congoja atravesada en la garganta. Ya pudo sacársela del pecho pera se ha instalado ahora a esa altura y se la siente aferrada con uñas y dientes, de manera caprichosa. Buches, paños embebidos, orín de vieja renga, nada ha prosperado. Hace pata ancha, la desgraciada. Se ha intentado ahogarla con llanto de bebé pero, permanece insensible a todo dolor ajeno. Es una congoja peleadora, insaciable y montaraz. No se doblega. Esto ya no puede tolerarse, debe tener un final. Hoy van a echar mano directamente a la soga, van a ahorcarla.

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RICARDO BUGARÍN 

(General Alvear, Mendoza, Argentina, 1962). Escritor, investigador, promotor cultural. Publicó: “Bagaje” (poesía, 1981) y “Textos hallados en una roca” (Micropoesía, 2020).  En el género de la Microficción ha publicado: “Bonsai en compota” (Macedonia, Buenos Aires, 2014),“Inés se turba sola”  (Macedonia,  Buenos Aires,2015),  “Benignas Insanías” (Sherezade, Santiago de Chile, 2016) ,“Ficcionario” (La tinta del silencio, México, 2017) y “Anecdotario” ( Quarks, Lima, Perú, 2020).

 



LEONEL HUERTA: «ALGUNA VEZ LOS CABALLOS GRITARON SU NOMBRE»

 

Robert & Shana ParkeHarrison

 

Sobre la cumbre hay un templo que no deja de girar. El sol y la luna jamás contemplan el mismo rito. En sus muros abundan los colores del arcoíris. La verdad no puede ser buscada en el bullicio. Los monjes esperan el fin del movimiento. Vivir el silencio es caminar en el pabellón del creyente. Los monjes aguardan la palabra exacta para abrir la boca. Hablar se considera como la práctica de los inocentes. Tantos los que escuchan las oraciones de fácil deglución: la mentira verdadera de la fe.

Sobre la cumbre hay un templo que no deja de girar. Las nubes se arremolinan a su alrededor. Los monjes miran la circulación del tiempo. La verdad se esconde en los ángulos del recorrido. Creer al sueño es un acto de fe y la fe es soñar. Los monjes relatan lo dormido una vez en toda su existencia. Sobre la cumbre hay un templo que se debe imaginar. Escuchar cuentos sin tiempo es la riqueza del que mendiga vida. Los monjes esperan, a pesar de saber que el templo siempre girará.

 

La hierba, la mala hierba crece. El último hombre sobre la tierra aún la corta todas las mañanas. La única silla de playa, de líneas blancas y rojas, yace sobre un pasto impecable. La última mujer sobre la tierra toma el sol de diez a doce. Han levantado muros para no ver la maleza ajena.  La última pareja sobre la tierra bebe limonada helada a las cuatro de la tarde. Todos los días una nueva fila de ladrillos se eleva en aquel muro que parece no acabar. El último hombre y la última mujer sobre la tierra tienen sexo día por medio un poco antes de que anochezca. La maleza ha entrado por la cocina y comienza a subir por la escalera. El último grito de placer queda silenciado por la entrada del pastizal.

La primera mujer sobre la tierra camina desnuda sobre el piso verde. El primer hombre sobre la tierra duerme sin ropa mirando el cielo. La mala hierba, qué es la mala hierba.

 

Harina para el pan; agua y aceite para el bautizo culinario. Mezcla todo, poco a poco, en el ombligo; viejo recipiente marginal. Amasa lento, sube y baja, retuerce el magma hasta lograr la consistencia del pasado. Con el uslero sigue laborando y convierte la mezcla en paño blanco; que no trasluzca, ¿la invisibilidad qué puede llenar? No permitas que otras manos ensucien la unión; cuidado con el mal de ojo que no respeta cocina envuelta en suciedad. Y vuelve con dedos y palmas al trabajo inicial; presiona sin que llore, que no se lamente: la comida no es para lagrimear. 

Churrasca pa´l chaparrón, churrasca pa´l nubarrón. 

Aplana los bollos, listos para transmutar en la mesa. Con un golpe cariñoso —tú sabes cuál—, allana la redondez; la perfección del círculo, en polvo amasado, es dos veces perfección. 

Calienta el aceite, mientras afuera el otoño te acomoda las hojas en posiciones imposibles de imitar. En el sartén deja que la crudeza baje al averno para revivir en miga de ángel. Si no hay mantequilla, una margarina será la compañía perfecta para el puesto del pan. 

Churrasca pa´l amor, churrasca pa´l corazón. 

 

La feria, qué linda la feria. Colores por miles cubren los puestos. Aromas que despiertan a cualquiera. Y la gente, qué linda la gente. Corren los niños con una sandía en la boca. Gritan, entre dientes faltantes, chistes irrepetibles. Si juega el Colo o la U, la guerra de buenos insultos prende la venta. «Casera, caserita, no olvide el melón para el arreglado»; «Aquí frutillas con tinto». La feria, qué linda la feria.

El pasaje mantiene puertas cerradas, cortinas a medio abrir. Hongos rondan los techos. Retrete de olor café intenso. Viejos y viejas de pura pensión miran la feria, la linda feria. Ya no van, no alcanza. Esperan, esperan, siempre esperan. Inmigrantes llegaron para escapar de la vergüenza. La mujer, el hombre, los niños. Escorias de la modernidad; la feria tampoco los quiere. Agachados cruzan el parque sin poner un pie en el prado: prohibido hacer daño a la verde alfombra. Doblan sus espaldas para obtener los frutos del cemento. Tomates bien maduros, tallos de brócoli, berenjenas blanditas; si no hay gusanos se puede usar. Los que no consumen, no sirven; perdón, quise decir los que no gastan. Rastrojo. Sobras. Comida. Apúrate antes de que llegue el camión de la muni. Apúrate antes que se te acabe la vida.

La feria, qué linda la feria. Martes y sábado. Vamos a la feria. ¡Qué linda la feria!

 

Cuando el presente se convierte en un mezquino de la alegría y el futuro no es más que un acto de magia por ejecutar; las imágenes aparecen para el consuelo. Una tortuga de agua saca la cabeza para tomar aire y luego se hunde por horas. Sobre lo anterior no hay mucho que decir. Años que no vuelvo al valle que se hunde; la garganta se oprime y un vértigo se hace dueño del equilibrio. Seguir el camino de los árboles. Detenerse en el arroyo y escuchar el agua susurrante. La tortuga vuelve a salir. Las vistas se cruzan. Al frente la mujer que no fue, observada por un hombre desaparecido. Dejar que la luz caiga y que asomen las estrellas. Esperar a la tortuga; inhalar y exhalar. Respirar juntos. La oscuridad que ciega, el silencio que enloquece. La intranquilidad del recuerdo. Hay momentos que no pueden ser preservados del olvido. El pasado es una extremidad más en mi carne. Tomar tu aliento bastó. La tortuga no aparece cuando la noche es fría.

 

Alguna vez los caballos gritaron su nombre desde la libertad profunda del vientre; alguna vez rieron con nosotros. Hordas y caballadas; dos y cuatro son cinco; la segunda derivada no tiene sentido sin función primera. El resultado final de una ecuación no termina con las rayas paralelas; no quiero nombrar la palabra igual. Y los caballos perdieron su identidad, y las praderas se convirtieron en cuartuchos de hotel; mujer y hombre preocupados de macho y hembra. Y el lenguaje los domesticó a punta de palabras vacías en una onomatopeya que se perdió con Crátilo y Platón. Jamelgo la más terrible; un jamelgo no se vende, no se come, no se mata; se encierra, se ensilla, se estruja, se explota hasta explotar.

Alguna vez gritamos nuestro nombre.

 

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Leonel Huerta Sierra (Santiago, 1964). Miembro del Taller Literario Peuco Dañe y los colectivos Niño Diablo, Hostilidad Pública y Subverso. Dirige la publicación Gaceta Literaria Peuco Dañe. Ha sido publicado en revistas y diferentes antologías. 

 


LA MINÚSCULA CUERDA FLOJA. ANTOLOGÍA DE MICRORRELATOS

 


CONVOCATORIA

 

*Objetivo: Creación de la antología digital, de título La minúscula cuerda floja, de la revista digital Brevilla, que reunirá microrrelatos que tratarán la temática del circo y todas sus expresiones: payasos, equilibristas, trapecistas, tragafuegos, malabaristas, etc.  

 

*Título de la Antología: La minúscula cuerda floja, nombre aportado por el escritor argentino, Daniel Frini.

 

*La eventual publicación virtual de esta antología no tendrá fines de lucro.

 



Condiciones de envío


1.- Un (1) microrrelato por persona mayor de 15 años, escrito en español, de 250 palabras como máximo; datos biográficos, en no más de 6 líneas. También, se aceptarán ilustraciones (máx. 1). El microrrelato/ilustración puede ser inédito o publicado.


2.- El envío será vía correo electrónico a revistabrevilla@gmail.com .  Adjuntar textos y breve bio en un solo documento word (no se aceptará el formato PDF). No incluir fotos. En el caso de las ilustraciones, el envío debe ser en formato jpg o png, alta resolución. El nombre del archivo debe indicar nombre texto y nombre de autor/a. Idealmente, enviar texto en Garamond 14, espaciado 1.0, márgenes justificados.Título del texto y nombre de autor/a en negrita.



3.- En el asunto del mensaje, indicar: “Microrrelatos /Ilustraciones/ Brevilla/ Nombre autor/a”.



4.-No se aceptarán textos pegados en el cuerpo del mail.
 

5.- Los textos/ilustraciones serán evaluados por el comité editorial de Revista Brevilla, Lilian Elphick,Sergio Astorga y Camilo Montecinos G.


6.- El envío vía mail equivaldrá a la autorización de publicación digital de los textos o ilustraciones.


7.- El plazo para el envío de textos vencerá impostergablemente el día 31 de marzo de 2023.

 

8.- No se aceptarán, en ninguna circunstancia, textos racistas, homófobos, sexistas o que aludan a crueldad animal, etc. Tampoco se aceptarán textos que no cumplan con la temática descrita arriba.

 

9.- El incumplimiento de cualquiera de estas formalidades equivale a la descalificación automática.

 

10.- Consultas: Lilian Elphick: lilian.elphick@gmail.com

 

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Brevilla, revista digital de minificción, pretende compilar no sólo microrrelatos, sino otros géneros literarios, ya sean aforismos, haikús, prosa poética brevísima, verso breve, y expresiones visuales y de audio, como ilustraciones, comics, fotografía, podcasts, etc.

 


© Brevilla es una idea original de Lilian Elphick y su nombre proviene de Godzilla, antiguo monstruo japonés.

 

Sergio Astorga