Por Mariángeles Abelli Bonardi
Pasiones I
Las eras
geológicas, los estratos, las fallas. Los dólmenes y menhires. Petrificarse,
despeñarse, ser arrojada. El eco de la gruta, la tersura del musgo. La
insistencia de la gota hasta ser estalactita. El arte rupestre. Las pircas. Los
jeroglíficos. Un nombre y el otro en el centro de un corazón tallado. Ser
preciosa, movediza, angular, de toque. Ser plana, aerodinámica. Los círculos
concéntricos expandiéndose en la superficie.
El roce de la
correntada. Bordear el camino, el jardín, la plaza. El cielo de la rayuela, la
payana. El impulso de la honda. El golpe del cincel. Ser lo que se adivina en
el bloque, y más. Cambiar permaneciendo y permanecer cambiando. Empeñarse,
seguir siendo piedra.
Harén
A Mario Benedetti
Afuera el alba,
los pájaros, una hilera de camellos.
Adentro, ella y
sus deseos, pájaros propios que han sido enjaulados. Vacía de mundo, su mirada
es un cofre abierto que intenta llenarse de paisaje. Velos, doseles, rejas: celosías
para mirar, para no ser mirada.
¿Ahorrás o
derrochás?
Con el pan duro
que el cocinero tiró, el pájaro alimenta a su polluelo. Con las migas que el
polluelo despreció, la colonia de hormigas llena su despensa y, por primera vez
en la historia, se toma el día libre.
Al descanso de la
colonia lo aprovecha el oso hormiguero, que se llena la panza antes de
adentrarse en la selva. La cautela que el oso pierde es reaprovechada por el
tigre, y ese día los colmillos de su prole dejan de ser de leche. Los cachorros
se prodigan en saltos; derrochan parábolas que agudizan su destreza. Las parábolas
sobrantes se las lleva el viento en su camino a la ciudad; con ellas desperdiga
los papeles que ensucian la calle. Un papel da de lleno en el rostro de un
hombre, que antes de plegar el avioncito, escribe la pregunta que estás
leyendo.
Buscada
Inspiración,
alias Musa, alias Epifanía. Señas particulares: andar subrepticio, dedos
entintados, voz cadenciosa y susurrante. Se la busca, viva o viva, por haberse
dado a la fuga con la friolera de quince palabras y una flamante idea. Quien
aporte datos fehacientes sobre su paradero será tratado en calidad de personaje
y tendrá un lugar en futuras minificciones.
Espera
A sus espaldas,
el piano que dice no saber tocar. En la televisión, una selva abigarrada, igual
que el pensamiento. Sus manos acarician el libro, del que ya no recuerda una
letra. Oye pasos. Cerca, cada vez más cerca. Lejos, cada vez más lejos. Mueren
la esperanza y su breve aleteo. No. Hoy tampoco vienen a leerle.
***
Mariángeles Abelli Bonardi (Neuquén, Argentina, 1974). Participó de las antologías Escritura furtiva (2005), Cielo de relámpagos (2008); ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género (2013); ¿Vacaciones? Si yo te contara… (2013), Plumas al viento (2013), Un tiempo breve (2017) y Escritos entre mate y mate (2017). Publicó Ecos del decir (2010), Armadura de valor (2016), Rutas culturales (2016) y La breve reverencia (2017). Algunos de sus cuentos han sido incluidos en Penumbria, revista fantástica para leer en el ocaso (México). También se la puede leer en el blog Una fina cuerda de incertidumbre (www.mariangelesabelli.blogspot.com.ar).