ELIANA SOZA MARTÍNEZ:«MIS LLAVES Y YO»


 
Chema Madoz

FANTASÍAS

Nunca había preparado con tanto gusto una cena, la mesa está arreglada como si fuera un día festivo, mis hijos se asombrarán y quedarán encantados.
Toda mi vida quise complacer a los demás, nada de lo que hacía lo había elegido libremente, ni mi carrera, ni mi esposo, ni siquiera mis amigas. Mi vida entera es una actuación, una mentira escrita y dirigida primero por mis padres, luego por mi marido y ahora puedo sentir que mis hijos también me controlan.
Todo esto me asfixia, en cada cosa que hago siento que se me va la alegría, ya no sé sonreír, siento que vivo en un infierno rodeada de demonios que torturan mi alma. Pensé en el suicidio, pero soy muy cobarde para hacerlo.
Lo único que me queda es buscar esta ansiada libertad en mi mente, en mi imaginación, por ejemplo fantasear en cómo renunciar a mi trabajo y envenenar la comida de la cafetería para ver morir a todos vomitando sus intestinos; visitar por última vez a mis padres y despedirme iniciando un incendio en su casa, finalmente asesinar a mi marido despedazándolo y preparando de su carne y con mucho gusto una exquisita cena.

EL NACIMIENTO

Los dolores de parto comenzaron a la una de la madrugada, retorcijones que aumentaron en intensidad, no era suficiente gritar y llorar para sacar el dolor fuera, intentar romper la mano de Javier sí. La partera llegó a las dos, una hora y media el dolor la torturó sin que nada pudieran hacer todas las vecinas que le acompañaban. Después de luchar para que aquel niño naciera, a las 3:33,  lo hizo con un imperativo grito que estremeció a todas las que estaban en la habitación.
La partera, al divisar la cabeza del neonato llena de sangre coagulada no vio nada especial además del tamaño desmedido del cráneo; pero cuando lo tuvo entre sus brazos y lo empezó a limpiar, casi se desmaya, nunca había visto una criatura de ese tipo, todas empezaron a gritar y a escapar, dejando sobre la nueva madre al recién nacido; ella orgullosa y con una sonrisa macabra empezó a lamer a su cría.


CONTIENDA

Rumiaba mi problema, recordando cada detalle de aquella discusión, lo que más me dolía era cómo no había salido ni una sola palabra de mi boca, ninguna frase coherente por lo menos. Y claro justo después, las oraciones precisas viniendo a mi mente, argumentos sólidos con los que hubiera ganado la disputa y hubiera hecho callar a mi contendiente. Por eso decidí estar preparada para la siguiente vez, armé en mi cabeza un pequeño discurso firme pero agresivo. En el reencuentro, cuando estuve a punto de soltar todo de una vez, él me besó y lo olvidé todo.

UN NEGOCIO PARA TODOS

Era una tarde de otoño, que pintaba los pasajes del parque de anaranjado y café, cuando Justina se paró con un pequeño cartel que había hecho a mano. Vender sonrisas sería un éxito, podía intuir que la gente lo necesitaba, ella misma experimentó aquella necesidad. Muchas personas que pasaban la vieron mofándose y pensando que era una broma, pero al final del día, muchos de ellos llegaban a casas vacías, que los recibían sin calor de hogar y se daban cuenta que nadie les había sonreído, entonces ya no parecía una locura comprar una sonrisa.
Una mujer la compró escéptica pero cuando recibió aquella sonrisa cálida y sincera sintió que una luz atravesaba su corazón, como si el sol hubiera podido, de alguna manera penetrar su piel; sus propios labios fueron moviéndose automáticamente formando con  sus comisuras un paréntesis y sus dientes asomaron como diciendo hola, esto la levantó más que las píldoras que tomaba para superar un mal día. Así el negocio fue creciendo, cada uno de sus clientes, por diferentes razones, estaba convencido que su inversión diaria valía la pena porque lo hacía sentir bien.
Con tantos compradores, después de un tiempo, Justina se fue sintiendo agobiada,  porque no quería vender sonrisas vacías, sino entregar su corazón en cada una, para lo que se preparaba anímicamente todos los días, esto la apesadumbró y tuvo que dejar su negocio. Sus clientes lo resintieron tanto que la buscaron por todas partes, incluso hubo alguien que publicó su foto como extraviada, sin éxito. Ahora cuando ella camina por el parque vestido de primavera, algunos la reconocen, le sonríen y ella es feliz.

EZEQUIEL

Ezequiel disfrutaba el ocaso en aquella campiña tan diferente a la ciudad. Sintió que la obscuridad llegó como si un manto negro hubiera caído repentinamente. Ahora, la tenue luz de la luna menguante daba al paisaje un halo tétrico. Apuró el paso hacia su alojamiento.
De pronto, divisó un bulto al margen del camino, al acercarse vio un cuerpo descuartizado, al que le faltaba la cara, los intestinos florecían sobre su abdomen y la sangre formaba un charco profuso en la tierra.
Sintió su corazón desbocarse y una arcada formarse en su garganta, corrió pensando solo en ponerse a salvo; lo que le esperaba era peor; encontró, a cada paso, cientos de cuerpos tirados a la vereda del camino, todos expuestos de la misma forma que el primero. Caviló por un segundo, quién o qué pudo hacer aquello y el terror se apoderó de él; al intentar volver sobre sus pasos vio una niña de rostro arrugado, con ojos desorbitados relamiéndose la pequeña boca ensangrentada.

ABSTINENCIA

Debía dejar el café, sintió que podía lograrlo, pero mientras pasaban las horas era cada vez más difícil; no soportaba los dolores de cabeza, el sueño a todas horas ni las pesadillas que lo angustiaban. Pero todo llegó al límite cuando en un sueño se vio en medio de la nieve, sin un refugio a la vista; de pronto un embriagador aroma a café lo condujo hasta una taberna alejada, allí rogó por un café irlandés. Cuando tuvo la taza enfrente y trató de tomarla emergieron de la mesa, como de un pantano, unas manos obscuras y húmedas que tiraban de su café para no dejarlo beber aquel elixir deseado, peleó con ellas derramando todo, enfurecido sacó una navaja y las apuñaló una por una, creando un charco de sangre.
Despertó exasperado, vio sus manos ensangrentadas. No podía ser verdad, corrió al baño a lavarse y tirar la navaja. Sentía que el intenso dolor de cabeza volvía y que todo su cuerpo, especialmente sus manos empezaban a temblar, bajó desesperado por un café, cuando estaba a punto de beberlo golpearon estruendosamente su puerta: ¡abra, es la policía!

MIS LLAVES Y YO

Estoy llegando a creer que mis llaves tienen vida propia; estoy segura que todo el tiempo me juegan bromas escondiéndose por todo mi departamento. En las noches me las imagino caminando, usando sus cuerpos con dientes como piernas, las veo contonearse con sus cabezas redondas y triangulares; las más modernas, las que llevan un forro de plástico de colores son las líderes, las que encabezan la sublevación en mi contra. Los pequeños agujeros que tienen en medio de sus cabezas, me hacen pensar en el ojo de un cíclope, inmenso y que todo lo ve; con ellos me ven mofándose cuando estoy a primera hora de la mañana buscándolas para salir corriendo a la oficina, mientras ellas escondidas muestran sus dientes cuando se ríen.
En vano, afanosamente, clavé un portallaves sobre la mesita del teléfono y dejé un plato debajo del espejo a la entrada del departamento, nada de esto me salvó, las sigo perdiendo o en realidad, como yo creo se siguen escondiendo y riéndose a mis espaldas.
Me enteré sobre un artefacto que contenía un control remoto, a través del cual se emite una alarma y las llaves se encuentran fácilmente. Pensé que podría ser mi salvación. Lo compré decidida, pero al día siguiente usé el control, presioné el botón y en todo el departamento, a pesar de un silencio profundo, no se escuchó ni un solo sonido; otra vez me ganaron; entretanto, en medio de una tonelada de ropa que ahogó el pitido del artefacto, ellas, de nuevo, riendo y burlándose de mí.

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Eliana Soza Martínez nació en la ciudad que está más cerca del cielo, Potosí – Bolivia, en 1979. En la carrera de Comunicación Social conoce a Lidia Valverde, que le abre las puertas hacia el mundo de la literatura. Así conoce a su más grande inspiración, Julio Cortázar. En 2017 participa en la “Antología Iberoamericana de Microcuento”, compilada por Homero Carvalho. En 2018 es parte del libro colectivo “Armario de letras” de la Editorial Caza de Versos de México; también del libro “Sombras en la Obscuridad” de la REED Potosí (Red de escritores Potosinos). De mayo a julio, seis microcuentos son seleccionados para su publicación en la Revista española Historias Pulp "Paradojas" y “Onomatopeyas”. En junio publica su primer libro de cuentos “Seres sin Sombra”. En julio junto a la Editorial Soy livre publica la antología de cuentos de terror “Macabro Festín” y es invitada en el I Encuentro Internacional de Microficción de la Feria del Libro en Santa Cruz y en agosto a la Feria Internacional del Libro en La Paz.  De julio a septiembre sus cuentos fueron publicados en revistas literarias de México, Argentina, Chile y Colombia.