Los fantasmas y yo: microrrelatos de René Avilés Fabila


Obras de Rufino Tamayo

Los fantasmas y yo


Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.


Euclideana

En una ciudad actual la distancia más corta entre dos puntos no es la recta: es el zigzag que nos evita los semáforos.


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Oriundo de Hamelín, soy flautista y alquilo mis servicios: puedo sacar las ratas de una ciudad o, si se prefiere, a los niños de un país sobrepoblado.



El flautista electrónico de Hamelín

Como no quisieron pagarle sus servicios, el flautista, furioso, decidió vengarse raptando a los niños de aquel ingrato pueblo. Los conduciría por espesos bosques y altas montañas para finalmente despeñarlos en un precipicio. Sus padres jamás volverían a verlos. Para ello no era suficiente su flauta mágica, sino algo más poderoso. Optó entonces por prender el aparato televisor: los niños encantados lo siguieron hasta su perdición. (En Revista Puro Cuento, 1987)


Soñar o no


Soñar que uno sueña es algo tan común, trillado, que mucho ha servido a la literatura. Pero soñar que uno no sueña es algo distinto y quizá novedoso. 
 



Un hada en mis sueños

En mi sueño, esa hermosa mujer, alta y esbelta, de sedoso cabello negro, misteriosa, acepta mi conversación. Hablamos de pintura. Al poco tiempo hacemos el amor. Luego, en un edificio extraño, bajamos por unas escaleras eléctricas muy largas. Avanza más rápido que yo. En la medida en que se aleja de mí presiento peligro y trato de alcanzarla. Entre nosotros hay dos jóvenes, uno saca el revólver y le dispara; la mujer cae al suelo e inútilmente trato de auxiliarla. El otro tipo también la balea. La sostengo en mis brazos y veo cómo desaparecen los criminales. Al despertar sé que ella me amaba y la echo de menos, necesito verla. No quiero averiguar por qué la mataron, tampoco siento ningún deseo de venganza. Tan sólo aguardo con ansiedad las noches para dormir y estar en posibilidades de soñar con la enigmática mujer, evitar que la asesinen y de tal forma extender nuestra pasión, que fue violenta y que fue dulce.



El vampiro literario


Las 12 de la noche. La luna estaba oculta tras nubes espesas y entonces la oscuridad aterraba. El vampiro abandonó su féretro en busca de víctimas que le proporcionaran alimento. Se puso su capa negra y avanzó hacia la biblioteca del gran castillo amurallado. Sus pies apenas tocaban el suelo, casi flotaba. Mostrando lo colmillos marfilinos y agudos parecía sonreír. Era un espectáculo macabro que pocos hubieran resistido. Sus ojos rojizos brillaban en la noche y lo conducían hacia sus objetivos.

Ya en la biblioteca, el monstruo infernal prendió la pequeña lámpara del escritorio y sin mayores trámites tomó libros de Cervantes, Shakespeare, Poe, Joyce, Kafka, Proust, Faulner, Hemingway… y se dispuso a beberles la sangre para escribir su novela.
 
 

Wells y Eistein

Aquel científico necesitaba saber qué sucedería si en la máquina del tiempo retrocedía al momento en que sus padres estaban por conocerse e impedir la relación.
Apareció en esa época sin mayores dificultades. Un joven llegaba al pueblo donde el destino le deparaba una esposa. De inmediato supo quién era. No en vano había visto fotografía del álbum familiar. Lo que hizo a continuación fue relativamente sencillo: convencer a su padre de que allí no estaba el futuro, de que mejor fuera a una gran ciudad en busca de fortuna. Y para cerciorarse lo acompañó a la estación de ferrocarril. Se despidieron y mientras desde la ventanilla una mano se agitaba, el riguroso investigador sintió como poco a poco se desvanecía hasta convertirse en nada.


Frankensteiniana


El señor Gerardo de la Torre fue arrollado por el tren de Cuernavaca. Como es costumbre, trató de pasar primero y no supo calcular la velocidad de la máquina. De su cuerpo despedazado, según informaron médicos del Banco Nacional de Reconstrucción Humana, sobreviven algunos dedos de la mano derecha, la pierna izquierda, y la nariz, hallada lejos del sitio del accidente, aún daba señales respiratorias. Estos órganos fueron conducidos a un refrigerador en donde aguardan ser colocados en otros cuerpos.


El hombre lobo

Damas y caballeros: están a punto de presenciar una de las más asombrososa metamorfosis: este terribe y feroz lobo, de aspecto innoble y aterrador, medinate efectos especiales que hemos conseguido llevar a cabo (en unos minutos parecerá que estamos en plena noche de luna), se transformará e un lastimoso e indefenso ser humano.


El hombre árbol

(Apuntes para un cuento de hadas)

Un hombre se come la semilla de un fruto mágico. Dentro de él germina, crece se mezcla con el organismo humano y al poco tiempo se convierte en un árbol pensante, cuyos frutos tienen ideas.


Historia erótica de un McDonald’s

Luego de una Big Mac, que mucho nos excitó, Alice y yo fuimos a un motel. Algo deben de tener las hamburguesas, dijo ella tocándose los muslos con fiereza, deber ser la cebolla, el tocino o posiblemente la salsa Ketchup. Aguarda, le advertí, no tardaremos en llegar. De lo contrario, tú terminarás antes de tiempo y yo tendré que masturbarme. Aceleré mi Harley –Davidson y pronto estuvimos en una enorme habitación del motel La guarida del León Degenerado, con jacuzzi y cama de agua. Como pudimos, nos desvestimos. En mi caso era complejo: botas, chamarra de cuero, camisa vaquera, cinturón de hebilla de plata, jeans… Ella sólo traía una falda corta, medias negras, una sudadera que precisaba el origen de sus estudios: University of Kansas y una mascada para sujetarse el cabello rubio. Nos abrazamos con fuerza y caímos sobre la cama. La besaba y ella correspondía con fogosidad. Jadeando, preguntó: ¿Qué hago amor? ¡Muévete!, contesté imperioso. Y Alice comenzó a hacer aerobics.


Franz Kafka

Al despertar Franza Kafka una mañana, tras un sueño intranquilo, se dirigió hacia el espejo y pudo comprobar horrorizado
 
.....a. que seguía siendo Kafka,


.....b. no estaba convertido e un monstruoso insecto,


.....c. su figura era todavía humana.


Seleccione el final que más le agrade marcándolo con una equis.



El harén de un tímido

Como temía decirles que no, opté por conservar a todas las mujeres que he amado.

En Cuentos de hadas amorosas, 1998



Las sirenas o la libre empresa


Cierto balneario hubo de adquirir, para fines estrictamente propagandísticos, un lote de sirenas. Traídas en peceras anchas y altas, las distribuyeron por todas las piscinas. Para que no extrañaran su lugar de origen, también se compraron pececillos dorados, caballos de mar y uno que otro tritón. El siguiente paso fue ahondar las albercas y colocar un letrero luminoso que con descaro anuncia a las bellas y sugestivas sirenas e indica tarifas.

Ninguno nada por admirarlas. Su belleza es elocuente. Pero como lanzan al viento su voz que encanta a los humanos hasta cultivarlos y hacerles olvidar a la mujer y a los hijos, es indispensable tener dos o tres salvavidas -cuyos oídos están tapados con cera dulce- dispuestos a evitar que alguna persona se ahogue al arrojarse tras ellas.
La clientela, masculina en su totalidad, abarrota las piscinas desde entonces. Los balnearios cercanos, sin recursos económicos suficientes para contrarrestar la hábil propaganda, tuvieron que cerrar por quiebra, ya que sus albercas se habían secado de soledad.

(El pez grande se traga sin remedio al pequeño.)

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René Avilés Fabila nació el 15 de noviembre de 1940, en México, DF, donde actualmente vive. Obtuvo la licenciatura en relaciones internacionales e hizo estudios de posgrado en la Universidad de París, Francia. Su bibliografía reúne cuentos, novelas, libros de memorias, ensayos y artículos. Destacan las novelas Los juegos, Tantadel, La canción de Odette, El gran solitario de Palacio, Réquiem por un suicida, El reino vencido y El amor intangible; los volúmenes de cuentos Hacia el fin del mundo, La lluvia no mata a las flores, Fantasías en carrusel, Todo el amor, Cuentos de hadas amorosas, El Evangelio según René Avilés Fabila y El bosque de los prodigios; los libros autobiográficos Recordanzas, Nuevas recordanzas y Memorias de un comunista. Ha sido incluido en antologías nacionales y extranjeras, está traducido a diversos idiomas y actualmente aparecen sus Obras completas. Si bien sus textos de microficción están esparcidos a lo largo de más de una docena de libros, la mayor parte de sus relatos breves están en los dos tomos de cuentos titulados Todo el amor y los dos llamados Fantasías en carrusel, todos editados por Nueva Imagen. Es, sin duda alguna, uno de los más fieles seguidores del texto breve de su país y Latinoamérica.

En: Internacional Microcuentista



Autobiografía procaz. Aquí 
 

Muchos de estos microrrelatos fueron seleccionados del blog Máquina de coser palabras, de Juan Yanes.
 
 
René Avilés Fabila