Breves de Brecht


Henning Wagenbreth



Por Bertolt Brecht 


El elogio

Cuando el señor K. oyó que sus antiguos discípulos lo elogiaban dijo:

-Cuando los discípulos han olvidado los errores de su maestro, éste los sigue recordando.



Espera

El señor K. esperó algo un día, luego una semana, luego un mes. Al fin, dijo:

-Podría haber esperado perfectamente un mes, pero no ese día ni esa semana.



El reencuentro

Un hombre de quien el señor K. nada había sabido durante mucho tiempo, lo saludó con estas palabras: “Usted no ha cambiado nada”. “¡Oh!”, exclamó el señor K., y empalideció.



Una buena respuesta

A un proletario que había sido llevado ante los tribunales se le preguntó si prefería jurar por Dios o si escogía la fórmula profana para su juramento. “No tengo trabajo”, respondió el hombre.

-Esa respuesta no fue una mera distracción –comentó el señor K.-. Con esas palabras quiso significar que su situación era tal que esas preguntas, más aun, quizá todo el proceso judicial, carecía totalmente de sentido.



Cuando el señor K. amaba a una persona…


-¿Qué hace usted cuando ama a una persona? –preguntaron un día al señor K.

-Hago un bosquejo de ese ser –respondió el señor K. -y procuro que se parezca a él.

-¿El bosquejo?

-No, el ser.



¿Hay Dios?


Alguien preguntó al señor K. si había un Dios. El señor K. respondió:

-Te aconsejo que medites si tu comportamiento variaría según la respuesta que se de a tu pregunta. Si tu conducta no varía, dejemos el asunto. Si tu conducta varía, te puedo prestar un servicio diciéndote que tú mismo lo has decidido: necesitas un Dios.

***

Bertolt Brecht, Cuentos de almanaque, Fabril Editora, Bs.As., 1960; Kalendergeschichten, Rowohlt, Hamburg, 1953.

En: El microrrelato. Teoría e historia. David Lagmanovich, Menos Cuarto Ediciones, España. 

Trozos y trazos: los aforismos de Franklin Fernández



Por José Luis Trullo

Franklin Fernández (Caracas, Venezuela, 1973) es un autor prolífico y audaz, honesto y valiente. Promotor cultural de profesión, licenciado en Artes Plásticas, ha publicado ya varios libros, entre ellos el poemario Simples (2006) y los tomos de aforismos La Escritura y tú(2010) y Breves (2000). Su título más reciente, hasta ahora, era Poemas-objeto: cuerpo y textura de la poesía (2015). Y es que, aparte de escritor, Fernández también practica el atractivo género del poema visual, bajo la égida de dos de sus autores más admirados: Joan Brossa y el fotógrado Chema Madoz. Como autor plástico, ha recibido distintas distinciones internacionales; asimismo, participó en la polémica exposición “Eufemismos Imperiales” realizada en el Museo de Bellas Artes de Caracas y en el Centro Provincial de Artes Plásticas de La Habana, Cuba.

Fernández viene practicando el género aforístico desde hace años.
Según Carlos Yusti, "escribir o hablar aforísticamente es mirar el mundo desde ese ámbito de lo insólito, de lo inusual e intentar trastocarlo con una línea de palabras. Franklin Fernández, además de poeta, es un pintor que fundiendo / confundiendo los géneros ha llegado a ese puerto de la escritura realizada con chispazos de ideas,pero que intentan ser abarcantes con la exactitud de lo mínimo". Por su parte, Juan Calzadilla expone, en el prólogo de este Trizas que
acaba de publicar en formato ebook Libros al Albur (Sevilla, 2015),que el autor "reúne en su libro un conjunto de textos, fragmentos discursivos o poéticas en los cuales la densidad del enunciado breve y condensado roza la metáfora y el razonamiento para inscribirse en un género aforístico muy poco practicado en la literatura venezolana y cuyas referencias más inmediatas habría que buscar en Antonio Porchia, E.M. Cioran y Roger Munier. Sin duda, la eficacia -en muchos casos demoledora de prejuicios- de estos textos proviene del carácter anómalo y desenfadado de este joven autor a quien le da igual transitar la poesía que aplicarse laboriosamente a construir objetos conceptuales, o a la formulación teórica en torno al tipo de poesía o de arte que él practica".

Trizas reúne una amplia antología de los trozos y trazos que Franklin Fernández ha venido escribiendo a lo largo de los últimos veinte años de su dilatada trayectoria literaria. Se trata de apuntes brevísimos,casi de intuiciones líricas, que plasman epifanías preñadas de sentido que el autor vuelca en pocas palabras, tratando por lo general de preservar la densidad de la experiencia vivida y de transmitirla de un modo sugestivo, abierto, sin clausurarlas en fórmulas excesivamente lapidarias o sentenciosas.

Los distintos apartados en que agrupan los aforismos a lo largo del libro tienen, en muchos casos, motivos temáticos; así, encontramos apuntes sobre los pájaros, los insectos, Dios, el tú, la relación con la propia escritura. La extrema brevedad de la mayoría de los aforismos no impele al lector a acelerar el ritmo de su lectura sino que, por el contrario, consigue demorarla; nos encontramos ante una invitación a paladear cada una de las palabras, a desvelar sus múltiples contenidos, su innata ambigüedad, muy meditada.

Sobre este libro, escribe Víctor Guédez en el prólogo: "Franklin Fernández asume sus vuelos intelectuales apoyado sobre dos alas: la formulación de imágenes verbales que se corporizan en aforismos y la resolución de metáforas plásticas que se solventan en objetos anfibológicos. Pero, lo interesante es que, entre las dos dimensiones, afloran desenlaces lacónicos que resuenan con amplia contundencia y con envolvente seducción". Muy ajustadas palabras, que hablan de un libro importante y muy destacable, que sin duda permanecerá en los próximos años como una referencia inexcusable del género en lengua española.”

F. Fernández, Trizas (ebook). Libros al Albur, Sevilla, 2015.



Más información sobre el autor 

 


Algunos aforismos de Franklin Fernández:

*

Aquella soledad que resuena en el bosque, es un insecto aturdido por el silencio que lo señala. El pensamiento aturdido.

*


Poemas donde zumban abejas; cuya tinta es de miel.

*

Escribir es esa manía de liberar espacios. Aunque el espacio también necesita cercos. A eso se reduce la cuestión.

*

I

Nubes, alas, plumas de pájaros en el vacío... donde se despliega verdaderamente el mundo.

*

XXIV

Dice Franz Kafka: “Una jaula salió en busca de un pájaro”. Y Roger Munier: “Dejar abierta la jaula de un pájaro muerto”.

*

26

Cuando escribo, estoy en el otro. Silenciando un poco me comunico con él.

*

Oler la rosa que se abre en la conciencia de un ejemplo citado.

*

Ofrezco una llaga como limosna.

*

XV

Sepulto una rosa. No la siembro.
 

Textos míminos de Carlos Vitale

Marc Chagall

UNIDAD DE LUGAR

Nada ha cambiado

Sólo el sitio
en que mi cuerpo cae


PIAZZA DEI MIRACOLI

Danza
de espectros
en la Piazza dei Miracoli

Música blanca
para una noche fantasmal


ARS AMANDI

En tenso vuelo
se eleva
y resplandece


ASEDIOS

El corazón atento
al pulso de la noche
ardía

Temor de la inocencia
en esta hora


GIORNO DOPO GIORNO

El sitio del deseo
en la oscura memoria
de otro tiempo

Día tras día llegarás
día tras día

El deseo de la muerte
en la cumbre del deseo


MI VECINO CENA BAJO LA GRAN LÁMPARA

Cena solo bajo la gran lámpara.
Mucha luz y poca compañía.


AMANECE

Amanece
en el avión
de tierra ajena
a ajena tierra.
¿Para quién
amanece?

***
Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953) es Licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Ha publicado "Unidad de lugar" (Candaya, Barcelona, 2004), "Descortesía del suicida" (Candaya, Barcelona, 2008), "Cuaderno de l'Escala / Quadern de l'Escala" (fotografías de Jaume Salvat, ilustraciones de Marc Vicens y prólogo de Carles Duarte, Vitel·la, Bellcaire d'Empordà, 2013), "Fuera de casa" (La Garúa, Barcelona, 2014) y "El poeta más crítico y otros poetas italianos" (El taller de poesía, Barcelona, 2014). Asimismo ha traducido numerosos libros de poetas italianos y catalanes: Dino Campana (Premio de Traducción “Ultimo Novecento”, 1986), Eugenio Montale (Premio de Traducción “Ángel Crespo”, 2006), Giuseppe Ungaretti, Gerardo Vacana, Sergio Corazzini (Premio de Traducción del Ministerio Italiano de Relaciones Exteriores, 2003), Amerigo Iannacone, Umberto Saba (Premio de Traducción “Val di Comino”, 2004), Giuseppe Napolitano, Sandro Penna, Antoni Clapés, Joan Brossa, Josep-Ramon Bach, etc. Ha participado en festivales, lecturas y encuentros de poesía en Argentina, España, Venezuela, Armenia, Italia, Suiza, Rumania, Estonia, Grecia, Bulgaria y Francia. Reside en Barcelona desde 1981.




"Maleza viva" : microrrelatos de Gemma Pellicer

Foto: Gemma Pellicer

Entre sábanas, 1

Mi casa tiene una habitación

y otra en la que ronca feroz el niño muerto.


«Umbral», de Agustín Martínez Valderrama



Dos enfermeros forzudos entraron a hurtadillas en la sala. No querían despertar al viejo, que en esos instantes lloraba en sueños desconsolado. Venían como cada tarde a cambiarle los pañales. El anciano invocaba a su madre entre hipidos, desdenes y pataletas varias, consumido entre sábanas bajo el ahogo de una pena enorme. A los presentes nos maravillaba su poderosa capacidad pulmonar.

—En todo viejo que llora hay un niño que ronca, dijo alguien de pronto, como queriendo romper el hielo.

Los demás asintieron concienzudos. Pero ninguno lograba acallar la creciente irritación que había empezado a invadirnos y se abría paso rencorosa, como ese futuro de témpano que nos aguardaba imperturbable.


Entre sábanas, 2


Yo estaba abrazado a su pecho cálido cuando dos enfermeros han irrumpido de forma violenta en la sala. Mamá me acunaba e intentaba calmarme, aunque mi desconsuelo era tan grande que no parecían bastarme todos los arrumacos de la tierra. Cuando han venido esos hombres y me han arrancado de sus brazos, me he sentido morir. Al parecer de nada ha servido que me desgañitara y revolviera contra ellos. «En todo viejo que llora hay un niño que ronca», he oído a no sé quién pronunciar desde no sé dónde. Yo no pienso roncar nunca, me he dicho por toda respuesta antes de quedarme profundamente dormido. Mamá seguía a mi lado.



La verruga



Tenía en la cabeza una especie de verruga salvaje que no podía evitar rascarse con frenesí. Cada vez que lo hacía la excrecencia crecía como un junco silvestre, aunque su textura no fuera verde ni suave sino, por el contrario, rojiza y rugosa, semejante a una lija. Temía que le empezaran a nacer hijas y hojas por todas partes, así que sin sentarse a esperar en qué quedaba la cosa, se plantó audaz frente al espejo y comenzó a tirar fuerte de sí como si fuera un cable de fibra óptica. Para su sorpresa, el junco resultó raíz milagrosa. En cuanto la hubo arrancado por completo, un océano de desasosiego la colmó por dentro. Nadie quiso asomarse en todo el día por el agujero.


Negra, roja y pálida


Esta vez me han roto la nariz, de modo que voy por ahí buscando que los demás se compadezcan, me abracen, se sorprendan. Con la nariz aplastada como si fuera la de un negro blanco. Sin derramar por las esquinas demasiada sangre. Sin expresar tampoco excesiva rabia. Parezco un perro humano mendigando cariño, con mi pobre nariz rota y chafada de payaso. Tan negra, roja y pálida. Tan sumamente destrozada. Desfigurando pasos y tentativas hasta el sonrojo.


Ocaso del acaso


El caballito blanco giró indolente ayer, hoy da muestras de atrevimiento al cabalgar; quizá mañana trote confiado unas cien veces. A quien lo contemple, le podría parecer que actúa de buena fe, que a nadie hiere; pero con sus vueltas y revueltas podría agotar al más pintiparado. Nadie soporta la infamia sostenida de un vértigo incauto. ¿Cuántas vueltas creen que precisa aún para llegar a trazar, en su carrera, el arco tenso de la flecha?


*** 
 

 
Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) es licenciada en Filología Hispánica y Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. En la actualidad vive entre Barcelona y Berlín. Ha cultivado la crítica literaria en el diario Avui y en las revistas Turia, Quimera y Olivar (de la Plata, Argentina). Sus microrrelatos han aparecido en varias publicaciones, así como en revistas electrónicas y bitácoras. Algunas de sus piezas se hallan recogidas en Velas al viento. Los microrrelatos de La nave de los locos (Cuadernos del Vigía, Granada, 2010), Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español (Menoscuarto, 2012) y La música de las sirenas (Toluca, Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, 2013). También figuran sus textos en la recopilación Aforistas españoles vivos (2015), de José Luis Herrera. Ha publicado, en colaboración con Fernando Valls, la antología Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (Menoscuarto, 2010) y tiene en su haber un libro de microrrelatos, La Danza de las horas (Eclipsados, 2012). Estas piezas forman parte de su nuevo libro, Maleza viva (Jekyll and Jill), de próxima aparición. 
 
 

Microrrelatos de Fredric Brown




Llamada (1948)

El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta.



Naturalmente (1954)

Henry miró el reloj, a las dos de la mañana cerró el libro desesperado.

Seguramente lo suspenderían al día siguiente. Cuanto más estudiaba geometría, menos la comprendía. Había fracasado ya dos veces. Con seguridad lo echarían de la Universidad. Sólo un milagro podía salvarlo. Se enderezó.

¿Un milagro? ¿Por qué no? Siempre se había interesado por la magia. Tenía libros. Había encontrado instrucciones muy sencillas para llamar a los demonios y someterlos a su voluntad. Nunca había probado. Y aquel era el momento o nunca. Tomó de la estantería su mejor obra de magia negra. Era sencillo. Algunas fórmulas. Ponerse a cubierto en un pentágono. Llega el demonio, no puede hacernos nada y se obtiene lo que se desea. ­El triunfo es vuestro!

Despejó el piso retirando los muebles contra las paredes. Luego dibujó en el suelo, con tiza, el pentágono protector. Por fin pronunció los encantamientos.

El demonio era verdaderamente horrible, pero Henry se armó de coraje.

- Siempre he sido un inútil en geometría - comenzó...

¡A quién se lo dices! - replicó el demonio, riendo burlonamente.

Y cruzó, para devorarse a Henry, las líneas del hexágono que aquel idiota había dibujado en vez del pentágono.


El solipsista (1954)


Walter B. Jehová, por cuyo nombre no pido disculpas, pues en realidad ese era su nombre, había sido un solipsista toda la vida. Un solipsista -por si acaso no conoce la palabra- es alguien que cree que él es la única cosa que realmente existe, que las demás personas y el universo en general sólo existen en su mente y que si dejara de imaginárselos dejarían de existir.

Un día, Walter B. Jehová se convirtió en solipsista practicante. En una semana su esposa se había fugado con otro hombre, había perdido su empleo de funcionario en una agencia de envíos y se había roto una pierna corriendo tras un gato negro para evitar que se cruzara en su camino.

Convaleciente en una cama de hospital, decidió acabar con todo.

Miró a través de la ventana, fijó la vista en las estrellas, deseó que dejaran de existir y ya no estaban allí. Luego, deseó que todas las demás personas cesaran su existencia y el hospital se tornó extrañamente callado, incluso para un hospital. Después, deseó que el mundo desapareciera, y se encontró suspendido en un vacío. Se deshizo de su cuerpo casi con la misma facilidad y luego dio el paso final de desear que él mismo no existiera.

Nada sucedió.

-¡Qué extraño! -pensó. ¿Puede haber un límite para el solipsismo?

-Sí -dijo una voz.

-¿Quién eres tú? -preguntó Walter B. Jehová.

-Yo soy quien creó el universo que tú acabas de desaparecer con tu deseo. Y ahora has tomado mi lugar. Hubo un profundo suspiro. -Al fin puedo abandonar mi propia existencia, encontrar el olvido y dejarte a cargo.

-Pero, ¿cómo puedo yo dejar de existir? Es lo que estoy tratando de hacer, ¿sabes?

-Sí, ya lo sé -dijo la voz. Tienes que hacerlo de la misma manera que yo lo hice: Crea un universo. Espera a que alguien en verdad crea lo que tú creíste y desee que ya no exista. Luego te puedes jubilar y dejar que él tome tu lugar. Adiós.

Y la voz desapareció.

Walter B. Jehová estaba solo en el vacío y únicamente había una cosa que podía hacer: Creó el cielo y la tierra.

Tardó siete días.


Desgraciadamente (1958)

Ralph NC-5 suspiró aliviado cuando tuvo a la vista el Cuarto Planeta de Arturo en el espacioscopio, exactamente en el lugar en que el computador le había advertido que lo encontraría. Arturo IV era el único planeta habitable o inhabitable de su ruta y se encontraba a muy pocos años luz del más próximo sistema estelar.

Necesitaba alimento - las reservas de combustible y de agua eran las correctas, pero el departamento de Plutón había cometido un error al cargar comida - y, probablemente, de acuerdo con el manual espacial, los nativos eran amistosos: le darían cualquier cosa que les pidiera.

El manual resultaba poco claro en aquel punto; volvió a releer la breve sección dedicada a los arturianos tan pronto como hubo dispuesto los mandos para el aterrizaje automático.

Los arturianos, leyó, son inhumanos, pero muy amables. Un piloto que aterrice en Arturo IV sólo tendrá que pedir lo que quiere y ellos se le entregarán gratuita, amablemente y sin pedir explicación alguna.

La comunicación con ellos, sin embargo, debe hacerse mediante papel y lápiz, pues carecen de órganos vocales y auditivos. No obstante, leen y escriben inglés con cierta corrección.

Ralph NC-5 intentó decidir que querría comer en primer lugar, después de dos días de completa abstinencia alimenticia, precedidos por cinco de alimentación racionada: hacía una semana que descubrió el error de la carga de comida en las bodegas.

Comidas, maravillosas comidas, pasaban una tras otras por su mente.

Aterrizó. Los arturianos, una docena de seres efectivamente inhumanos - doce pies de alto, con seis brazos y de un brillante color magenta - se acercaron a él; su jefe hizo una reverencia y le tendió un papel y un lápiz.

En aquel instante, supo exactamente lo que quería: escribió rápidamente y devolvió el bloc. Pasó de mano en mano entre los arturianos.

Abruptamente, sintió que le agarraban y que le maniataban. Y que le llevaban hasta una estaca donde los inhumanos apilaban ramas y arbustos. Uno de ellos les prendió fuego.

Chilló en protesta, pero ellos, como no tenían orejas, no pudieron oírle. Gritó de dolor y luego dejó de gritar.

El manual del espacio era muy correcto al decir que los arturianos leían y escribían el inglés con cierta corrección. Pero omitía el hecho de que eran muy parcos de vocabulario: lo último que tendría que haber pedido Ralph NC-5 era un filete a la plancha.


Imagínate (1955)

Imagínate espectros, dioses y demonios.

Imagínate infiernos y cielos, ciudades flotando en el cielo y ciudades hundidas en el mar.

Unicornios y centauros. Brujas, hechiceros, genios y fantasmas.

Ángeles y arpías. Hechizos y sortilegios. Elementales, espíritus familiares, demonios.

Es fácil imaginarse todas estas cosas: la humanidad se las ha imaginado durante miles de años.

Imagínate naves espaciales en el futuro.

Es fácil imaginárselo; el futuro se aproxima realmente y habrá naves espaciales en él.

Así pues, ¿existe algo que sea difícil de imaginar?

Claro que sí.

Imagínate un trozo de materia y a ti mismo dentro de ella, consciente, pensando, y por lo tanto sabiendo que existes, capaz de mover ese trozo de materia en cuyo interior te hallas, de hacerla dormir o despertarse, amar o subir una colina.

Imagínate un universo - infinito o no, como tú desees representártelo -, con un billón, billón, billón de soles en él.

Imagínate un grumo de barro girando locamente en torno a uno de esos soles.

Imagínate a ti mismo, en pie sobre ese grumo de barro, girando con él, girando por el tiempo y el espacio hacia un destino desconocido.

¡Imagínate!



El Final (1961)

El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años.

—Y he encontrado la ecuación clave —dijo un buen día a su hija—. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.

Apretando un botón mientras hablaba, dijo:

—Esto hará retroceder el tiempo el retroceder hará esto —dijo, hablaba mientras botón un apretando.

—Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabrica­do he que máquina la. Campo un es tiempo el. —Hija su a día buen un dijo—. Clave ecuación la encontrado he y.

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***


Microrrelatos de Luciano Doti

Elliot Erwitt


Bosque encantado


Cuando la pitonisa le dijo que un espejo le mostraría la cara de su peor enemigo, no creyó que eso pudiera ser posible. Sin embargo, allí estaba él, en ese bosque encantado, cual Narciso, con su propia cara reflejada en un espejo de agua.



El nombre de Dios

Jehová se emborrachaba con hidromiel cada vez que visitaba Escandinavia; para que no lo reconocieran, se hacía llamar Odín.



Aterrada

La niña quedó en mitad de la escalera, entre penumbras. Parecía que no se animaba a descender del todo. En la sala la esperaba uno de sus tíos; la madre insistía en inventarle ese parentesco a cada nuevo hombre con que se liaba. Solían ser del ambiente dark, se creían diabólicos. Pero éste lo era en serio. Lo constataba ella, cuando su progenitora iba a la cocina a buscar algo, y él le acariciaba las piernitas que dejaba descubiertas el corto vestido de algodón.



El alfil

La reina es muy hermosa. Cada vez que estoy a su lado me imagino lo maravilloso que debe ser estar en pareja con ella. Ésa es mi condena: estar tan cerca de tamaña beldad sabiendo que desde el otro flanco vigila el rey.
Hay veces que me alejo un poco, y a la distancia, le dirijo una mirada en diagonal. Es que yo todo lo hago en diagonal.



Coulrofobia

Cuando su alma recién creada flotaba en el éter, había visto de lejos a un demonio. Desde entonces, el recuerdo de su rostro había quedado grabado en su conciencia.
Ya encarnado en un ser terrenal, siendo niño, fue a un cumpleaños, y al ver el rostro del payaso, se estremeció.

***

Luciano Doti (Buenos Aires, 1977). Autor de obras narrativas y poemas. Desde 2003 publica en antologías colectivas de sellos editores como De los Cuatro Vientos, Dunken, Ediciones Irreverentes, Desde la Gente, Pasión de Escritores, Latin Heritage Foundation, Diversidad Literaria; y también en revistas y blogs, entre los que se destacan LiterArte (declarada de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina), NM, miNatura, Tiempos Oscuros, Entropía, Gaceta Virtual, Qu, Insomnia, Noticias Día x Día y Heliconia. En 2015 comenzó a seleccionar microficciones que se publican en el Diario NCO, de La Matanza.
Ha obtenido los premios Kapasulino a la Inspiración 2009 (otorgado por el taller literario “Los Kapasulinos”), Sexto Continente de Relato 2011 (por “Sexto Continente” -audición de Radio Exterior de España-), Microrrelato de Miedo 2013 (por un grupo de estudiantes de la Universidad de Navarra) y 2° Premio de Microcuento 2014 (por Ed. Mis Escritos). Ha sido finalista en otros y destacado como “Autor del Mes” por Xinxii – agosto 2012.

Algunos de sus textos fueron leídos en audiciones, entre ellas “La Vuelta de Zloto” de Radio Del Plata, y ha participado en presentaciones en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y en los centros culturales del Teatro General San Martín y de la Cooperación, en la misma ciudad.