Ana María Shua: La herramienta feroz y otras breverías


 La herramienta feroz

Desoyendo los consejos de sus compañeras, en sus tradicionales atuendos de mucama, enfermera o religiosa, Catalina insistió en la túnica muy larga y en la herramienta feroz. A pesar de que la sensatez preveía el rechazo, resultó ser una de las más solicitadas: muchos se complacen en jugar con ella sabiendo que nunca podrían tomar y dejar a voluntad a la auténtica mujer de la guadaña.

La que no está

Ninguna tiene tanto éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia. Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman distraídos, tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la única, a La Que No Está.

 Profetas y cataclismos II

El quisiera ser temido y respetado, pero la gente sencilla lo trata con afecto. En esta zona de la ciudad hay tanta desgracia individual que las modestas tragedias colectivas se comparten sin pena. En su valijita de plástico un poco sucia, el profeta humilde lleva siempre con él dos o tres catástrofes menores. Un viento fuerte, capaz de levantar unos cuantos techos de chapas, ese terremoto pequeño y gastado del que está tan orgulloso, una epidemia de conjuntivitis viral.

 El que acecha

Mi espada hiende el aire. La herida se cuaja de goterones sangrientos. ¿He acertado por fin en el cuerpo del que acecha, enorme, del otro lado de la realidad? ¿Es la música de su muerte este vago rugido estertoroso, esta respiración gigante? ¿O es el aire mismo el que, partido en dos, agoniza?
Asoma por el tajo la hoja de otra duda, de otra espada.

 Creación V: Lo que ha hecho el niño

La madre está orgullosa. ¡Desde tan pequeño! ¡Y con los materiales de la caja de juguetes! Para cuando el padre vuelve del trabajo, lo ha colgado del techo en el cuarto principal, con los otros, y no se ve mal (considerando su edad) junto a los del padre y el abuelo. Como es lógico, a medida que se aleja uno del centro caliente del amor, la admiración por la obra del niño se atenúa. Los padres se felicitan entre ellos y se jactan ante los demás, a la familia le parece muy bien, los vecinos sonríen comprensivos: más allá, por supuesto, nadie se entera.
Pero han pasado ya muchos años, y a sus habitantes, Señor, nos sigue pareciendo un capricho infantil, tan elemental, tan precario, recuérdanos ahora que has crecido.

La ciudad soñada

Usted llega, por fin, a la ciudad soñada, pero la ciudad ya no está allí. En su lugar se eleva una cadena montañosa de indudables atractivos turísticos.
Pero usted no trajo su equipo de andinista, no tiene grampas, ni cables, ni vituallas, usted trajo una guía de restaurantes y un buen traje, y entradas para el teatro. La ciudad, por el momento, está del otro lado, y el guía le ofrece atravesar  la cordillera a lomo de mula. Y mientras avanza lentamente sintiendo que su columna vertebral, que sus riñones ya no están para esos trotes, usted percibe en la reverberación del aire que la ciudad está volviendo a formarse a sus espaldas, temblorosos y transparentes todavía los rascacielos, como medusas del aire.

 Equilibrista nato

A pesar de su evidente aptitud, el hijo del equilibrista se resiste al oficio que pretende imponerle su padre. En la gran ciudad, seducido por una muchacha del público, el adolescente huye con una familia de abogados.
Muchos años después, exitoso y agradecido, visita el circo para reconciliarse con su padre y para compartir con su familia la fortuna que ha logrado reunir haciendo equilibrio en el filo de la ley.

 2

Un grito entra por la ventana. Si lo dejo salir, volverá a molestarme. Rápidamente bajo las persianas y me entiendo con él. Le propongo sonar libremente en los horarios que prevé el reglamento. Él es frugal. Yo soy generosa. Sin embargo, la convivencia nos resulta imposible. A la larga, dormir toda la noche con un grito reprimido suele traer dolores de cabeza.

 13

Consulto textos hindúes y textos universitarios,  textos poéticos y textos medievales, textos pornográficos y textos encuadernados. Cotejo, elimino hojarasca, evito reiteraciones. Descubro, en total, 327 formas de combatir el insomnio. Imposible transmitirlas: su descripción es tan aburrida que nadie podría permanecer despierto más allá de la primera. (Esta es la forma 328.)

 171

Mi hija usa la misma palabra para llamar a los pies, a los pájaros y a los ombligos. Esto es un pie, hija mía, y no un pájaro, la corrijo con severidad, tomando entre mis manos uno de sus piececitos tibios, palpitantes, alados y cubiertos de plumas.

 La pequeña Lucía Zárate

En su edad adulta, la mexicana Lucía Zarate llegó a medir cincuenta centímetros. Pesaba dos kilos y medio y era perfectamente normal en cualquier otro aspecto. Fue la enana de circo mejor pagada de la historia. En 1880 ganaba nada menos que veinte dólares la hora. Murió una noche por congelamiento, cuando el tren en el que viajaba quedó varado en las Montañas Rocallosas.
Aquellos que van en peregrinación hasta el lugar de su deceso, la consideran una intercesora ante la divinidad. Instalada a los pies del Trono del Señor, sólo ella en toda la jerarquía de santos sería capaz de resolver los pequeños problemas que los demás desdeñan. Se ruega a la mínima Lucía para que nos libre de los callos, el mal aliento, las visitas inoportunas, la gente que habla en el cine, las manchas de comida en la ropa buena y la picazón por alergia de contacto.

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Ana María Shua(Buenos Aires, 1951). Novelista, cuentista, ensayista, poeta, ha sido traducida a varios idiomas. Es considerada “La Reina de la Minificción” por la calidad y cantidad de su obra.
En el 2009 publicó “Cazadores de letras. Minificción reunida”, un libro de casi 900 páginas, donde se reúne su obra mínima, tomada de sus libros “La sueñera” (1984), “Casa de geishas” (1992), “Botánica del caos” (2000), “Temporada de fantasmas” (2004), “Fenómenos de circo” (2011).



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Selección de los textos: Violeta Rojo.