CHRIS MORALES: «DONDE HUBO FUEGO »

 

Kasimir Malevich: «The knife grinder»


 Momentos de oro

 

Cada día probaba sus galletas de mantequilla. El sabor, el olor, la textura hacían sentir a «Muñeca» —así le decían sus papás— una niña amada. Su mamá las horneaba; papá servía la leche y juntos las saboreaban. El deleite mayor se originó al comer muñecos de jengibre. 

 

Un año después, cuando llegó un nuevo integrante a la familia, «Muñeca» quiso hacer suculenta y especial su estancia, así que, lo puso sobre la mesa. Aunque le costó mucho prender el horno y conseguir jengibre, su hermanito quedó bien tostado, crujiente, listo para probarse con leche y reforzar el amor de familia.

 

Viaje sin fin                          

Había llegado nuevamente a la terminal sin que nadie le dijera que debía bajarse del vagón. ¿Cuántas vueltas más daría a la línea entera? No ha caído en la cuenta de que la última vez que atrajo la atención de la multitud fue al aventarse a las vías del metro cuando éste entraba a toda velocidad a la estación.

 

Por amor

No podía dejar que mi padre sufriera a causa de esa enfermedad crónica degenerativa. En realidad, todos le tememos al dolor. Lo bueno es que la muerte le llegó casi de manera instantánea. Ahora él descansa y yo también, pues el día del atropello le quité las placas al auto y nadie sabrá quién fue.

 

Malas experiencias 

Sé dónde estoy y lo que les espera a los que desconocen la vida de afuera. No soy indiferente con ellos, así que en cada expulsión encabezo la carrera, pero no por querer llegar a la meta sino para alertar a los que desean fusionarse con esa célula acerca del infierno que les espera al ser transformados. Obviamente no me hacen caso y caen en la trampa del óvulo ¡allá ellos! Yo me niego a reencarnar como humano.

 

Donde hubo fuego...                         

La noche adelantaba con rapidez sus pasos; lo incitaba a él a hacer lo mismo. Pagó la cuenta, la condujo a la salida, pidió el auto y marcharon. Al llegar al departamento, notable sorpresa se apoderó de ella: había pétalos de rosas que conducían hasta la cama formando un corazón sobre ésta; velas encendidas sobre los muebles, incienso con aroma agradable. Comenzaron las caricias, los besos, la desnudez, la agitación. El fuego se hizo presente. Un incendio se apoderó de ella, ardía su cabeza. Él no paraba, ni siquiera se percató hasta que, después de unos gritos, ella corrió al baño. No solo su cabello se estaba quemando sino el buró, la alfombra, la lámpara y un cojín. 

El romance no floreció y hoy, al amanecer, no le queda de otra a Manuel más que barrer bien la pieza porque

cenizas quedan.

 

Nuevo Menú

Me comí ese primer bocado, aunque no me gustó nada. Pensé no se repetiría, pero las cucharadas de berrinches, indiferencia, desprecios, engaños, traiciones, humillaciones, golpes, continuaron. Ahora me queda más claro que el empacho es bueno para poner un freno a la tragadera que hacemos. Curada, he decidido irme a consumir a otra parte.

 

Escasa programación

Cuánta emoción reflejaba la cara de mi marido cuando veía el box en televisión los fines de semana. Cuánto dolor sentía al recibir sus puñetazos por las noches entre semana. Ahora él no mira más, pues en la cárcel no se lo permiten. Ahora yo ya no percibo, pues un ataúd me protege.

 

Sueño libre

Varias noches no pude dormir: tuve pesadillas. Soñé que te ibas para siempre con tu amante. Hoy, por fin se hizo verídica la acción y me quedo en la soledad de una casa grande. Más vale la certidumbre de una realidad, que un descanso perturbado.

 

La absolución

Llega la tarde y quiero amarrar al sol para que no se oculte. Le temo a las 9, me apaniquean las 10, sufro a las 11 y me aterran las 12.

Por más que insisto, dicen que no hay nadie en mi cuarto, pero eso es mentira. Cada noche me mira, me vigila, no me deja descansar. Cuando le apetece se abalanza sobre mí y me tortura entre las sábanas. «Debes vencer tus miedos», dijo mi familia. «Enfrenta lo que ves para saber lo que quiere de ti».   

* * *

He cumplido parte de su exigencia. No fue fácil clavar el cuchillo. Me he quedado solo y ahora debo ir por todo aquel que llegó hasta esta palabra.

*

Chris Morales nació un 30 de noviembre en la Ciudad de México. Es actor egresado del Instituto Nacional de Bellas Artes. Ha desempeñado esta profesión desde el 2005 en los múltiples proyectos de la Compañía Artística Multidisciplinaria JADEvolucion-arte ─asociación civil constituida─, que le brindó la oportunidad de llevar a escena varios de sus textos dramáticos. En el año 2007 y 2016 dos de sus obras fueron galardonadas con el premio “Víctor Hugo Rascón Banda” otorgado por la Asociación de Periodistas Teatrales. Como escritor, egresado de la UACM, ha publicado en diversas revistas electrónicas y colaborado en las antologías “Teatro de JADEvolucion-arte” (2016); “Mínimas perdurables” (2019). “Coronavirus. Antología de minificción. Literatura Contemporánea” (2020), “Brevirus” (2020). “DiversidadES. Minificciones alternas” (2020).

Actualmente imparte talleres de teatro, expresión corporal, cartonería, máscaras, títeres y por supuesto de creación literaria de géneros breves donde lleva al máximo el impulso de la micronarratividad.