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CONFUSIÓN
Despertó azorado y angustiado por la pesadilla que había tenido: soñó que la vida y la muerte no tuvieron tiempo para conocerse y que esa era la causa de los extraños acontecimientos que han ocurrido en los últimos tiempos sobre el planeta. Entonces, siguiendo el curso de sus intuiciones, las reunió para que se conocieran y de esa manera hacer que todo volviera a la normalidad.
—Vida.
—Dígame, Señor.
—He aquí a la muerte, tu hermana.
—Pero, Señor, si nosotros nos conocemos desde hace mucho tiempo.
—Si es verdad lo que dices, ¿por qué están ocurriendo esas cosas tan extrañas?
—Lo que usted llama extraño son las acciones del ser humano que, queriendo ser buenas, se convierten tan solo en una extensión del mal, lo único que existe es el mal conseguido por muchos medios; a veces, inentendibles para el mismo ser que lo consigue.
—¡Ah, entonces es mía la confusión! —contestó el Diablo y volvió a quedarse dormido convencido de que el planeta estaba en buenas manos.
LA NIÑA Y SUS MUÑECAS
Anduvo con sus muñecas haciendo maldades a todos los niños del pueblo; pero un día se le perdieron. Cuando consiguió el sitio donde intuía que estaban sus muñequitas queridas, entró con cautela y preguntó:
—Señor, ¿por casualidad usted habrá visto mis muñecas por aquí? Son blancas y largas, así como…
–¡Sí, sí, claro que sí!, yo las reconocí y las guardé, aquí las tengo. Pasa por favor, están allá al fondo.
Ella pasó caminando con sigilo y, ciertamente, tranquilas sobre un estante del infierno la esperaban sus dos manos ensangrentadas.
UN SOPLO DE SANGRE
Estaba dentro, la oscuridad invadía todo el espacio. Algo palpitaba, sentía que por fuera pasaba un soplo de sangre; no sé, una presencia que no lograba definir debido a la profundidad donde me encontraba. Hice un esfuerzo por subir; pero no me movía ni un centímetro. Estiraba mis manos y algo como un cordón me enredaba el entusiasmo y entonces me daba cuenta de que no podía realizar ningún movimiento. Alrededor mío había una especie de sábanas acolchadas, y casi pegada a mis ojos estaba una puerta cruel y sellada, con un recuadro en el centro. Yo estaba como una piedra: rígido y con los ojos abiertos, aunque sin mirar. ¿Dónde me encontraba? No lo podía saber, la oscuridad era muy espesa, un estupor me embargaba, algo se apoderaba de mi cuerpo y lo sujetaba a la quietud. Cuando ya no podía aguantar un segundo más hundido en esa cosa que me sostenía, escuché aproximarse aquello que parecía ser un soplo de sangre, y en pocos instantes se abrió la puerta: dos brazos gigantescos se dirigieron hacia mí, tomaron los cordones y los halaron hacia arriba. Entonces sentí que mi cuerpo comenzaba a moverse y pronto estuve lleno de vida sobre el escenario.
Textos pertenecientes al libro inédito Algunas pesadillas, de Arnaldo Jiménez.
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Arnaldo Jiménez, La Guaira,Venezuela,1963. Reside en Puerto Cabello desde el 1973.Poeta, narrador, articulista y ensayista. Es licenciado en educación en la especialidad de Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo. Maestro de aula desde el 1991. Es miembro del equipo de redacción de la Revista internacional de poesía y teoría poética: “Poesía” del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida, de la misma Universidad. Corrector de estilo de la Revista de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado 35 títulos de los cuales 17 corresponden a narrativa (cuento infantil, cuentos, microficciones, novela). Ha sido merecedor de más de una docena de premios nacionales. Invitado a eventos de literatura dentro y fuera del país. Sus microficciones han sido publicadas en Colombia, Perú, Argentina y Venezuela. Ha sido homenajeado por la editorial Negro sobre Blanco, 2014, y en FILVEN Carabobo en 2019 y 2023.