GABRIEL RAMOS: «GÉNESIS DE UN MICROUNIVERSO»

Robert Parkeharrison: «Study of a nest», 1994.


  

 

A TI QUE TE RESPETE

 

—Mamá, mamá, hoy en la escuela Pablo me volvió a pegar.

—Cuando lo veas, enséñale que a ti te tiene que respetar. Dale con todo lo que tengas.

—Sí, mamá, así lo haré —dijo Axel apretando con fuerza el cuchillo que tenía en la mano.

 

 

DÍA ESPECIAL

 

Él siempre fue muy especial con sus cosas, sobre todo con su ropa. Nunca permitió que nadie, siquiera, le sugiriera qué corbata debería usar. Pero ese día toda su vestimenta y hasta los zapatos los eligió su mujer. Afuera de la habitación, los de la funeraria esperaban para continuar su trabajo su trabajo.

 

 

EL OTRO

 

Me encuentro en un páramo, donde lo único que puedo ver son los matorrales, siento las intensas y fuertes ráfagas de viento que penetran en mis ropas y me provocan un frío insoportable. Llega un hombre montado en un caballo negro con un mechón blanco en su cabeza. No puedo distinguir quién es, aunque tiene un ligero parecido a mí en la forma de la cara y el pelo canoso. Cuando se aproxima un poco más, me doy cuenta que ambos tenemos los mismos ojos: uno azul, en tanto que el otro mitad azul y mitad verde.

Se acerca aún más y por su gesto puedo entender que está pidiendo ayuda, extiendo mi mano, la toma fuertemente, me tira hasta subirme al caballo y de manera casi instantánea yo quedo arriba, mientras él se baja.  

Ahora soy yo quién queda perdido en el tiempo.

 

 

GÉNESIS DE UN MICROUNIVERSO

 

Ella se encontraba dentro de aquel lugar, intentaba salir, por el contrario, él quería entrar. Ambos lucharon con intensidad contra la perilla de la puerta que, por fortuna explotó y lograron abrir al mismo tiempo.

 

 

La fuerza de la costumbre

 

Ayer fui al supermercado, tomé un carrito que fui llenando con todo aquello que hacía falta en casa. Siendo soltero, mis necesidades son pocas; fui a la sección de frutas y verduras, y al colocar en el carro el racimo de uvas me di cuenta que había un cuaderno para iluminar y unas crayolas; por supuesto que yo no necesitaba aquello, no tengo hijos. Pensé que alguien los había puesto ahí por equivocación. Llegué a la caja, pagué y salí del lugar, al llegar a mi auto y accionar el control remoto, la que abrió sus puertas fue la camioneta de al lado; subí y la eché a andar sin problema. Me dirigí a mi casa y la camioneta por alguna extraña razón tomó su propio camino. Me llevó hasta un edificio antiguo en donde automáticamente se detuvo. Sin pensarlo, subí en el elevador hasta el quinto piso, y con la llave que tenía en ese ajeno llavero, entré a un departamento en el que fui recibido por una bella pero extraña mujer que entusiasmada dijo: “Amor, qué bueno que llegaste”; y poco después con gritos de alegría, salió corriendo un niño que preguntó: “¿trajiste mi cuaderno?”.

 

OLVIDO

 

Cuando se separaron después de 30 años de matrimonio, él decidió olvidarla. Tiró a la basura sus fotografías, cartas, regalos y hasta las mancuernillas de plata del último cumpleaños.

 Hace varios días se sorprendió gratamente porque ya no recordaba cuál era el sonido de su voz, en diversas ocasiones fue incapaz de visualizar su rostro y solo entre sombras recuerda su figura. Ahora no tiene memoria para recordarla, pero ha olvidado el lugar donde vive y los nombres de sus hijos.

 

 

PARAÍSO

 

Después del accidente le quitaron una costilla; Adán, por fin se sentía completo.

 

 

PREMONICIÓN

 

Georgina era una colombiana que vivía en Nueva York, trabajaba como repartidora de correspondencia. De noche tuvo una pesadilla: soñó que un pájaro gigante la atacaba. Eso la atemorizó, pero al día siguiente continúo con sus actividades. Después de desayunar paso por sus paquetes y poco antes de las nueve estaba en el piso ochenta de la torre norte del WTC, al asomarse por la ventana vio venir un avión de enormes dimensiones.

 

 

REFUGIO

 

—¿Mamá, podemos dejar de jugar a las escondidillas? Ya estoy cansada.

—No, aún no, cariño.

Afuera papá alcoholizado seguía gritando insultos con un revólver en la mano.

 

 

TRES MINUTOS ANTES

 

La bala sale del hígado del heredero; sigue su trayectoria al reloj cuyos fragmentos se ensamblan y regresan a su estado original. El proyectil entra al cañón de la pistola y se guarda en el cargador junto con los cinco restantes. La pistola regresa a su funda, el hombre da nueve apresurados pasos hacia atrás, sube a su automóvil. Cuando Víctor pasa por el cruce anterior, ve a su medio hermano, que recibió la herencia del padre, y en unos minutos recibirá el disparo.

 

***

 

 

GABRIEL RAMOS (Ciudad de México - México, 1952)

 

Psicólogo Educativo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, graduado en la Especialidad en Alta Dirección por el Instituto Nacional de Administración Pública. Escritor y promotor cultural en diversos medios. Su interés está centrado en la microliteratura. Sus textos han aparecido en más de diecisiete Antologías Internacionales publicadas en Chile, Nicaragua, Perú, Colombia, Argentina y México. Es autor de Vivir es arriesgarse (Libro-objeto publicado por La tinta del silencio, 2017) traducido a los idiomas serbio y árabe, Sueños incumplidos (Libro digital de descarga gratuita de Libros del Fresno, (2020), en formato físico en Amazon, 2022), La fuerza de la costumbre (Ediciones Ser, 2021, en formato digital en Amazon, 2022),  Geografía del amor (Editorial Ex Libris, 2022), Autoconocerse en la escritura (Sello Editorial Minificción, 2022),  Escritura diaria (Sello Editorial Minificción, 2022) y a contracorriente, libro de microficciones en coautoría con Juan Manuel Dorrego (Cazadores de historias. Editores, 2022).