MARTÍ LELIS:«HORIZONTALIDAD DE LOS ESPEJOS»

 

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ESTO NO ES POEMA

 

Toda pesadilla tiene el encanto de la poesía. No se interpreta el sueño, sino el relato del sueño. Entre el poema y el mito, desperté por si moría del otro lado. Tener el temple para contar el horror. Donde acecha rampante cualquier deseo, vas y sueñas. Quién te viera despierto, tan callado de día y tan de noche taumaturgo (si no es que dios de los antiguos). Digo que desperté. Y ya era tarde. No había tiempo para poemas. Que florecieran. Pero el cuento sí. Día laborable. Ahora ya no comparto los cuentos. Impertinencia de contar los sueños, las pesadillas, los ensueños. Soliloquios que me digo sin reglas, sin canon, para que sean lo que quieran ser. Si fueran poemas, estarían rotos. No hay tampoco hilo argumental.

 

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LA PLUMA

 

Si bien su aspecto era repugnante, no terminaba de parecerme un detalle interesante la pluma Mont Blanc prendida a la bolsa de su camisa. Estaba bien que fuera zombi, que se agitara ante mi presencia con frenesí alimenticio, pero no lo iba a dejar que me mordiera. La pluma llevaba inscritas sus iniciales y lucía como nueva. Enajenado como estaba, la pluma se reducía a mero ornato.

Un día comencé a codiciar la pluma, a imaginar de qué modo me haría de ella sin ponerme en peligro durante la empresa de arrancarla del pecho de este zombi que veía casi a diario desde que comenzó la epidemia. Al final desistí porque imaginé al pobre zombi en soledad, en su guarida, iluminado por destellos de lucidez pasajera, queriendo escribir su historia o una carta para alguien que extrañara al que fue antes. Ahora ya no me fijo en la pluma y cada vez que veo al zombi, me pregunto si alguien lo echa de menos, si ya habrá comido ese día.

 

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TENDEDERO DE DOMINGO

 

En el marco de un domingo, prendo con alfileres la orilla inusitada de un poema y se queda pegado a la pared, no se mueven sus palabras. Haría mejor si lo tendiera al sol de un abril agonizante al lado de mi ropa repetida de poeta, entre mi pantalón y los cinco pares de calcetines; la hoja donde las palabras limpias habrán de agitarse al mediodía. Al ocaso, la ropa en los cajones y, sobre mi escritorio, el poema y sus arrugas, un crujir de papel apenas tenebroso, cosechas de un poeta en chanclas que ha metido en el papel las manos delicadas de una casi niña, que ha cambiado el monstruo del laberinto por un héroe de mitología. Mejor que lleguen mayo y la canícula para seguir poniendo espuma en las palabras, enjuagarlas y dejarlas secar al sol, papeles, hojas sueltas, jeroglíficos para futuras hojarascas.

 

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HORIZONTALIDAD DE LOS ESPEJOS

 

A veces quisiera no haber caído en la trampa del lenguaje. Vivir más con los por qué en los labios, como un temblor, un balbuceo, y no como palabras. Haber perdido todos los poemas y ganado en el número de la esperanza. Este lenguaje, no haberlo adquirido. Este lenguaje donde duelen los huesos prisioneros de la carne, y la lengua es la terrible mariposa que aletea en las sienes y crees ingenuo en su palabra. No ves que se trata de la muerte. Por eso, a veces lo quisiera en ruinas, rescatar del polvo símbolos de piedra para nuevos himnos en donde la noche baje del cielo al suelo, y pueda caminar sobre el espejo horizontal de mi ensueño, en silencio, libre, ser nada más que un hombre sin palabras.

 

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AFORISMO

 

Existen erizos de mar, pero el aforismo es una ostra: irritada por un grano de arena, forma una perla, y a veces vas y la pescas.

 

 

EL QUE INVENTÓ LAS MOSCAS

 

Viajé desde el principio de la vida a las orillas del agua. Nada pisaba la tierra ni volaba. Cuando al fin salieron de mares y ríos, había que devolver los ingredientes de lo vivo al lugar de su nacimiento.

Dejé mi huella en callejones, casas en obra negra, basureros a cielo abierto; en ciudades sin ley y pueblos olvidados. Fui persiguiendo guerras y hambrunas, nacimientos explosivos de volcanes y los restos de tsunamis. Visité selvas y bosques, playas pestilentes.

«Ése quién es. Qué busca», murmuraban. Me confundían con un saqueador de cadáveres. Mi vestimenta oscura y mi maletín de aluminio, aún les impone respeto.

Yo removía carroñas en búsqueda de una solución efectiva. Y lo logré. No sé si estaré al final de los tiempos. Lo vivo me provoca. La mosca es mi criatura.

 

 

VIDA ÍNTIMA DE LOS LIBROS

 

Todos los días, en bata y con pantuflas, se instalaba en el sillón de respaldo alto de su biblioteca y leía. Todos los días, el niño hurgaba en la basura de las casas ricas buscando algún mendrugo. Así vivió realidades amables y terribles, como si él fuera el protagonista. Su cara sucia y los cabellos tiesos, bajo las uñas mugre, sus dedos encontraron un libro entre los deshechos pestilentes. De tiempo en tiempo tiraba a la basura los que ya no leía. Tocó a la puerta y le abrió un viejo en pantuflas, los dos se miraron con un libro en la mano. «¿Tiene más?», preguntó el chico mostrándole el respetable tomo desechado. Era su oportunidad. Lo invitó a pasar, le mostró su vasta biblioteca. Al niño le brillaron los ojos y su estómago hizo ruidos. El viejo le invitó un pan y un vaso de leche. Le obsequió sus amados libros infantiles. En la puerta lo despidió satisfecho y fue a sentarse frente a la chimenea, donde continuó exultante la lectura. El pequeño atravesó el dédalo de calles, y llegó feliz al depósito con su pesada carga, en tanto el viejo ya dormía con una sonrisa. El niño salió del tiradero con un puñado de monedas: ojalá pagaran un poco mejor el papel por kilo, pensó. Y entró de nuevo al laberinto.

 

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Los textos que van numerados son parte de la serie «Epifanías de bolsillo», de Marti Lelis.

 

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Marti Lelis(Ciudad de México, 1968).

Escritor mexicano radicado en Tlaxcala desde 1975. Es Licenciado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), lugar donde actualmente practica la docencia en Literatura y es el bibliotecario responsable de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras.

Sus textos de ficción literaria han aparecido publicados en diarios locales y nacionales (La Jornada Semanal); también en revistas electrónicas como: Penumbria - Revista fantástica para leer en el ocaso y Revista Anapoyesis (revista literaria de ficción especulativa).

Ha sido antologado en libros como Cien fictimínimos (Ficticia, 2012), Alebrije de palabras (BUAP, 2013), y Cuentos pequeños, grandes lectores (Cofradía de coyotes, 2014). A propósito de San Juan y otras miniaturas (ITC, 2016) es su primer libro publicado. Antologado en el libro Cortocircuito (BUAP, 2018). También hay textos suyos en los siguientes libros digitales: PequeFicciones (Parafernalia Ediciones Digitales, 2020); Mosaico (Parafernalia Ediciones Digitales, 2020); Minimundos (Dendro Ediciones, 2021); Microscopios (Editorial digital EOS Villa Argentina, 2022); Una 44 con ocho balas. Antología minificcional de género negro (Editorial Kañy, Argentina, 2022) y Contra toda violencia (Editorial Kañy, Argentina, 2023).

En 2022 se publicó su primera novela, La noche fragmentada, en edición digital, Editora BGR, España, 2022.

En 2015 fue ganador del «Premio Estatal de Cuento Beatriz Espejo 2015» del estado de Tlaxcala por la obra A propósito de San Juan y otras miniaturas.

En 2016 obtuvo el «Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2016», del estado de Tlaxcala, por la obra Salvar caracoles con palabras.