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1.La Buena
Eran siete hermanas que vivían en una casa en la colina que la gente denominó la casa del mal. Las siete hermanas se dedicaban a una vida criminal y escandalosa. Asesinatos, robos armados, extorsión y fraude eran parte del menú semanal de aquellas mujeres. Su vida hogareña era violenta, con continuas peleas entre ellas, cambios de alianzas según el crimen y la ganancia. Las francachelas y orgías no faltaban, amantes compartidos y acribillados en un acceso de rabia o aburrimiento. La menor de las hermanas, llamada Bonaire, empezó a cuestionar el porqué de esta vida sin sentido y tan llena de sangre. Una voz en su cabeza le decía que debía terminar con todo, incluso si requiriese terminar con su propia vida. Una madrugada, sin mucha ceremonia, cuando todas dormían una borrachera, las despachó al otro mundo, con excepción de la hermana fea a quien no encontró en ninguna parte. Miró desesperada los cinco cuerpos y estaba a punto de colgarse de un árbol cuando la voz de su cabeza le dijo que se dirigiera al pueblo a terminar su purga, porque ahí también había gente mala, porque esa era su tarea, porque ella era la buena.
2.La mala
El forajido se dirigió al pueblo fantasma con su botín. El pueblo estaba totalmente a oscuras, en absoluto silencio. Sabía que los agentes de la ley no pisarían ese terreno por nada del mundo. Al final de la calle principal una mujer menuda de hermoso y pálido rostro esperaba. Paró su caballo junto a ella. Le dijo que lo llevaría a una casa donde podía comer y beber. La subió a su caballo. Ella le fue contando una historia de siete hermanas que solían vivir en esos lares, aterrorizando al pueblo, y que un día la menor mató a sus hermanas e hizo desaparecer al pueblo. Luego le contó que la hermana mayor era la más hermosa, con una piel como su nombre, Azucena. Una piel blanca como la porcelana, unos dulces ojos verdes y una voz muy melodiosa que ocultaba toda la crueldad de su corazón. El caballo paró frente una casona derruida. Azucena abrió la puerta de la casona que ahora resonaba con el ruido de risotadas, disparos y palabrotas. Lo miró expectante. Días después encontraron el caballo perdido en el bosque junto con el botín.
3.La fea
Desde que tuvo uso de razón, Gretel, había sido llamada mula, estúpida, idiota y fea. Sus seis hermanas se dedicaban a una vida de vicio y violencia y a ella le tocaba mantener la casona, lavar, cocinar, limpiar el vómito de las borracheras y la mierda del baño. Cuando notó que su hermana menor estaba perdiendo la razón empezó a dormir bajo la cama, lo que le salvó la vida aquella madrugada donde Bonaire despachó al resto e hizo desaparecer al pueblo entero. Logró huir, asentarse en otro pueblo y consiguió un marido bastante decente que la había hecho madre. Una tarde, mientras escuchaban a una cuentacuentos en la plaza, se apareció el hijo del herrero del pueblo aniquilado. El hombre la miraba intensamente como tratando de rescatar algo de su memoria. Entendió que aquí había que actuar con rapidez y esa misma noche lo ahogó con una almohada mientras dormía. Le sorprendió no sentir ningún remordimiento. Se hizo la señal de la cruz y le pidió a Dios fuerza para utilizar estos métodos solo si era absolutamente necesario.
4.El juicio final
Llamaron el caso el juicio de Salomón. La hermana mayor, Azucena, hizo el rol del rey. Las gemelas se habían encariñado con un muchacho del pueblo algo simplón. El tal Simón nunca supo que había estado con ambas hermanas hasta el día del juicio, donde amarrado a una silla en medio de la sala de la casona, rodeado de un mujerío que chillaba, protestaba y vitoreaba le dio por mearse. Una de las gemelas le guiñaba el ojo derecho y la otra el izquierdo. Azucena decía que mejor partirlo por la mitad. Simón ahora entendía su suplicio: estaba nada más y nada menos que en la casa del mal, la casa de las siete criminales que atosigaban a su pueblo. Simón lloraba. En medio del griterío se oyó un disparo y la cabeza de Simón cayó sobre su pecho. En el silencio repentino todas buscaron el origen del cañonazo y todos los ojos se posaron en la Fea. “Yo hago la limpieza. Ya se meó, ya lloró, si lo parten habrá sangre y si no habrá mierda, no jodan”. La justicia había sido servida.
5.Chica
Era la más pequeña de tamaño más no la más joven. De las siete hermanas la más joven era Bonaire, ella era la que seguía a Azucena, la mayor. De todos los actos criminales el suyo era la estafa y la extorsión. Le dejaba el asesinato a Azucena, los homicidios sin sentido a las gemelas y el robo a Bonaire. La Fea era una sirvienta y a la Grande le gustaba el fuego. Lo de Chica era la carta incriminatoria, la venta del terreno con títulos falsos, pedir donativos para huérfanos inexistentes, soplar al oído correcto el veneno exacto para luego esperar el pago. Sus padres desaparecieron de sus vidas cuando eran muy pequeñas. O al menos eso creían. Chica nunca les contó que una vez los vio en otro pueblo. Los recordaba perfectamente. Parecían una pareja feliz y adinerada. Siete niñas. Hace siete años dejaron a siete niñas a su suerte y así esta sería su suerte. Chica le dio siete certeras puñaladas a la pareja, se quedó con la mirada perdida en el horizonte y marchó de vuelta a casa.
6.Grande
Su tamaño fácilmente sobrepasaba el de los hombres del pueblo. Pero para los del pueblo era la menos amenazadora de las siete hermanas. Siete hermanas dedicadas al crimen que vivían en una casona decrépita en las afueras del pueblo. A la Grande, cuando estaba de buenas, le gustaba bajar al pueblo a jugar con los niños, hacer pulsos con los hombres, ayudar al herrero, cargarle pesados tablones al carpintero y tomar toneladas de cerveza. Cuando estaba de malas, podía quemar el pueblo o algún pueblo aledaño. El día de la purga, cuando la hermana menor mató a las otras y aniquiló al pueblo, la Gorda, desangrándose, se arrastró por el camino para avisar a los del pueblo de la inminente desgracia. Donde murió floreció un hermoso arbusto de rojas flores que aún en la noche parecen brillar. Según la leyenda intenta advertir a los viajeros que no se detengan en esos parajes perdidos de la mano de Dios.
7. Siete Hermanas
En un pueblo en la sierra había una casa donde vivían siete hermanas sin padres quienes se convirtieron en criminales y aterrorizaron toda la región. No había poblado a la redonda donde no hubiesen escuchado de estas siete mujeres dedicadas a robar, ultrajar, asesinar, incendiar, estafar y golpear a quien les pareciese. La casa del mal era escena de borracheras, violentas muertes e inacabables peleas. La mayor era Azucena, blanca y hermosa como la flor; le seguía la Chica, estafadora con cara de niña inocente; luego venía la Gorda, de corazón de oro, pero con tendencias piromaníacas; las gemelas, indistinguibles una de otra, eran las más terroríficas y más erráticas asesinas de la provincia; la Fea había sido la sirvienta de la casa y la más joven era Bonaire, quien en un rapto mató a sus hermanas, destruyó el pueblo y acabó con su propia vida. Soy una cuentacuentos de pelo blanco. En algún pueblo costero he visto a la Fea. Aquel día donde fui la muerte, una explosión me hizo volar por los aires, me deformó y quedé amnésica por años. El golpe me hizo otra. Me hizo un fantasma que va narrando lo que alguna vez fue.
Minificciones del libro Siete Hermanas de la Colección Ysacabuche, Editorial La Chifurnia, Honduras, 2023.
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Melanie Taylor Herrera (Panamá,1972). Artista panameña que se expresa a través de la música y la escritura. Como músico toca el violín (@melanietaylorpty) y como escritora ha obtenido diversos reconocimientos en los géneros de cuento y poesía. Para leer algo de su producción pueden ir a su blog Cuentos al Garete.

