FRANCISCA BARBERO LAS HERAS: «ANHELO SALVAJE»

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REESCRIBIR EL DESTINO   

 

Homenaje a Gabriel García Márquez

 

Aureliano Buendía dejó los pescaditos de oro a un lado, sobre la mesa del taller. El brebaje viscoso que le había ofrecido Melquíades esa mañana le había dejado un regusto dulzón en la boca. Conforme había avanzado el día, algo de mareo y poco más. Sin embargo, ahora le producía un ardor que le subía por el pecho y le alcanzaba la cara.

Empujó la puerta de la casa y salió como un loco recorriendo las calles del pueblo. Llegó a casa de Pilar Ternera y, sin apenas mediar palabra, la amó sin consideración, vehemente, como poseído. Le gustó la sensación posterior. No se reconocía en aquellas lides, afanado; expresando voracidad y ternura a aquella mujer de ojos y pelo negro.  Se acomodó al aroma de su piel, a sus pechos prominentes y a la soltura con la que ella regía su hogar. Dominó pronto la cría de ganado, que vendía multiplicando unos ingresos florecientes para su prole. Y no pensó que aquel día, el gitano y su mujer habían condenado a su estirpe, sin saberlo, a cien años de amor.

 

ORÍGENES

 

Cansada de tejer y de esquivar pretendientes, congregó a un grupo de hombres y mujeres y se lanzó al mar en busca de su esposo. Pasó por el país de los Feacios, por la isla de Calipso y por la isla del Sol. Así, libró una guerra, mató a una ninfa y ayudó a Zeus a gobernar un pueblo. Al llegar al país de las Sirenas, descubrió que su compañero había sido atraído por su canto. Habían devorado a la tripulación y destruido sus naves. Él había perdido la memoria y estaba a punto de ser sacrificado.

Haciéndose pasar por una vagabunda entró en palacio y mató a la sirena reina. Por el día le contaba al marido lo que por la noche olvidaba. Y consciente de que tenían que volver a casa, lo ató al mástil del barco hasta que recuperó la memoria. Y navegaron, viviendo cien altercados, para que luego fuesen cantados por los rapsodas de pueblo en pueblo.

 

SEPTIEMBRE

Decidí llevarme un trozo de mar en la maleta. Lo guardé doblado en el bolsillo interno con mucho cuidado para que no mojase la ropa. Al llegar a casa no sabía dónde colocarlo, pero encontré un hueco en la cómoda. De ese modo, si llegaba cansada por las tardes lo extendía en la bañera y me hacía unos largos relajantes, si me aburría intentaba pescar la cena desde la orilla y si estaba enojada me sentaba frente a él y me calmaba con el mecer de las olas.

Todo iba bien hasta que las gaviotas decidieron salirse de los cajones y anidar en el rellano de la escalera. Ahora tengo a todo el bloque alborotado: los vecinos han colocado las hamacas y han abierto un chiringuito en el portal.

 

ANHELO SALVAJE

El olor a tierra mojada me trae recuerdos de mi antigua vida silvestre. Pienso en los antílopes que retozan en los pastizales en la estación húmeda. También en los leones que acechan a las gacelas en la llanura, o en los búfalos que resoplan mientras los pájaros anidan en las acacias.

Alzo las dos patas delanteras y olfateo el aire con mi morro. Sólo tendría que cruzar la puerta del jardín. Pero entra mi amo en el comedor, me acaricia con su mano, le miro a los ojos y pospongo, por esta vez, los atardeceres en la sabana.

 

NOSOTROS  

Venimos solos caminando. Pasamos junto al Cruceiro. Casi todo es oscuridad. A la altura de la Ermita de las ánimas nos arrodillamos. Dentro, el viento mueve la luz de las velas y desdibuja el rostro de Jesús. Algunas monedas permanecen esparcidas. Las flores mustias se deshojan. Llegamos a la Iglesia, los bancos vacíos, los santos en penumbra, solamente silencio y soledad.

Subimos por las calles empedradas. Las paredes blancas encaladas. Un gato corre asustado. Ni siquiera el sonido de los grillos, la luz mortecina de las farolas. Las personas duermen en sus casas, ajenas a este deambular, sin saber que mañana nos acompañará uno más.

 

MALCRIADO

Los padres de un alocado tigre no le permiten que se acerque al lago. Se rumorea que los cocodrilos devoran a los más jóvenes. Tampoco quieren que cace jabalíes, ni antílopes con su afilada cornamenta, ni pavos reales por sus plumas indigestas. A fin de cuentas, los dos le abastecen de caza hasta el hartazgo.

A los cuatro años, luce un imponente pelaje y un cuerpo majestuoso. Sin embargo, los instintos afloran. Por eso, el macho arrogante se come a la madre, mata al padre anciano y muere de hambre cuando termina con las provisiones que le suponían sus hermanos.

 

***

Francisca Barbero Las Heras (Bonn, 1970) es Licenciada en Psicología por la Universidad de Granada, especialista en psicología clínica y trabaja en Jaén en un centro que atiende a personas con trastornos adictivos. Escribe poesía desde la edad de 11 años (que recuerde), pero hace un tiempo una amiga le animó a presentar microrrelatos para un concurso y desde ese momento su pasión por el género breve ha ido creciendo hasta hacerse extensa. Ha publicado microrrelatos en la Revista de Literatura Quimera (446, 2021; 463-464, 2022 y 487-488, 2024), en la Revista Digital Brevilla “Brevestiario”, “Tigres para Juan”, “La minúscula cuerda floja” y “Huellas de la memoria”. También en la Antología de la Escuela de Escritores “Letra impresa” 2021 y “El verdadero nombre de las cosas” (2022). Ha sido finalista del mes de enero de 2023 en el “XII microconcurso” de la La microbiblioteca y en algún concurso y certamen más. Ha publicado diversos textos en la antología de microrrelatos “Equilibristas. Nuevos autores del microrrelato en español” de Trea ediciones en 2023. No se cansa de aprender y le encantaría hibridar el microrrelato con otros géneros.

 


 

LA MINIFICCIÓN EN EL VÓRTICE DEL ESPEJO


 

Una aproximación a Universos imposibles. Ciencia y minificción, de Diego Muñoz Valenzuela

 

Por Lilian Elphick

 

 

Conozco al escritor Diego Muñoz Valenzuela desde los años 90; nos une la larga amistad y complicidad de estar en el mismo universo de la literatura y ambos nos hemos dedicado al fomento del libro y la lectura durante muchos años. También hemos echado a volar numerosos libros de microcuentos o minificciones. Diego, por su parte, ha publicado una buena cantidad de novelas y libros de cuentos. Cómo olvidar la novela Todo el amor en sus ojos (1990) o el compilado de minificciones Ángeles y verdugos (2002), editado por el querido Cristian Cottet, de Mosquito Comunicaciones, uno de los primeros en publicar microcuento en Chile de manera constante. La colección Una pequeña realidad alojó textos brevísimos de Jaime Valdivieso, Juan Epple, Juan Mihovilovich, por citar a algunos escritores/as chilenos/as. Porque cuando la escritura apunta directo a la belleza, el olvido es imposible, persevera a lo largo de los años y permanece como una flor perfumada a través del tiempo. Y esto es lo que sucede con los libros de Diego, escritor nato, entregado de lleno a la literatura y el arte, como lo hicieran Camus o Kafka; sin concesiones, doblándole la mano al destino o cualquier suceso que pudiese desarraigarlo del oficio. Difícil empresa en los tiempos convulsos del neoliberalismo donde a pocos/as les interesa la lectura como placer social y cultural. Porque la escritura y la lectura, machihembradas, si pudiese decirse así, significan un desvanecerse del tiempo, una dulzura en permanente rebeldía y cambio.

Recuerdo con mucho cariño la anécdota que, de vez en cuando, cuenta Diego acerca de unos escritos breves que redactaba en las micros (autobuses del transporte público), mientras iba al colegio y luego a la universidad. A estos textos de brevedad y rapidez inmediata, entremedio de frenazos, colegiales con mochilas inmensas, codazos y otros aconteceres propios de ir en un autobus repleto, con gente colgando en las pisaderas, Diego los llamó “microcuentos”. La época era convulsa, acechada por los perros rabiosos de la dictadura. Escribir era un acto sedicioso, indisciplinado, subversivo, y eran normales la quema de pilas de libros en las calles. Quizás por esto, los textos brevísimos se escribían entre un lugar y otro, en movimiento y en la urgencia de sobrevivir. Al menos, Diego así lo hizo.

Y de los textos escritos en movimiento a Universos imposibles. Ciencia y Minificción (La Tinta del Silencio, México, 2023) hay un salto cuántico. Ha corrido mucha agua sobre los puentes de la creación, la minificción se ha popularizado cada vez más y se “practica” (como la esgrima) en casi todo el planeta. De los textos móviles a la velocidad literaria comprimida. Universos imposibles… es pura velocidad y síntesis. Y aquí cito a Italo Calvino que llegó a soñar con «inmensas cosmogonías, sagas y epopeyas encerradas en las dimensiones de un epigrama». (Seis propuestas para el próximo milenio, de Italo Calvino). Los universos de D.M.V., convertidos en una quintaesencia, tocan temáticas complejas, alejadas de los intertextos ya conocidos y manidos, y concentradas en el tiempo y en el espacio, en el cuestionamiento filosófico, en distopías y máquinas capaces de superar la inteligencia humana.

En ciertos textos hay una amargura del desastre por venir y que, de algún modo, ya es, como si el futuro no fuera tal o estuviese supeditado a intrincadas cadenas temporales:

 

Apocalipsis 1

 

Usted enciende el computador y entra a internet. Abre su página web favorita y con una sonrisa irónica lee este microrrelato. Le divierten las patrañas. La pantalla parpadea y se apaga. Todo va a negro. Usted también. Nunca acaba de leer esta historia. (44).

 

 

Aquí hay una historia detrás del texto, o dicho de manera más literaria, al otro lado del espejo. Y he aquí lo relevante de la minificción: la aparición de una historia superficial y de una historia profunda, que el lector/a habrá de desentrañar. La world wide web se ha ido a negro. Autor y lector entran en crisis, aunque quizás, este desmadre tecnológico estaba desde antes, mucho antes que existieran. Quizás siempre estuvo oscuro, negro y la red protectora y benefactora de las comunicaciones no es tal, sino una alucinación o una aporía. Esta minificción representa la velocidad de los aconteceres, en donde el ser humano es capaz de cerrar sus ojos un par de segundos y, al abrirlos, se encuentra de lleno con otra realidad. La extrañeza, incluso el horror, ya comienzan poco a poco a resultar habituales, son capaces de estar sujetos a cambios. Leamos otros dos textos sobre hecatombes:

 

Apocalipsis now

 

A orillas de un mar sucio y furioso, la mujer embarazada contempla el vuelo de los últimos pájaros a través del cristal polarizado de la máscara antigases que mantiene su vida. A lo lejos se divisan las siluetas fantasmales de los edificios abandonados y vacíos, todavía humeantes. Sus pezones se aprietan a la tela de su camisón como si quisieran escapar, como si hubiera esperanza para la criatura que crece en su vientre. (48).

 

El sobreviviente

 

El único pájaro atraviesa el cielo de la ciudad vacía y silenciosa. Su vuelo es agitado, urgente, incierto, trémulo, empavorecido. Nadie lo ve, ni personas, ni animales, ni otras aves. La urbe esta muerta y solo el ave vive. Y usted lee esta historia mientras el abandono y el miedo ascienden como serpientes heladas por su espalda. (48).

 

 

En ambos textos se ofrecen dos historias, donde una de ellas representa el misterio, lo que hay que develar. Si el lector se esfuerza podrá llegar al “objeto”, no al objetivo, sino a un símbolo que representa el santo grial de la literatura en sí misma: la historia abierta en muchos significados. El lector, siempre presente, está dentro del útero de esa madre sobreviviente y también está leyendo, en el aquí y ahora, a ese otro lector miedoso de lo que lee. El ser que lee, entonces, funge como objeto mágico, similar al de los cuentos de hadas donde existe la mitad de un anillo que hay que encontrar o la espada Excalibur que hay que desenterrar de la piedra.

Nuevamente, cito a Italo Calvino:

 

«Diremos que, desde el momento en que un objeto aparece en una narración, se carga de una fuerza especial, se convierte en algo como el polo de un campo magnético, un nudo de una red de relaciones invisibles. El simbolismo de un objeto puede ser más o menos explícito, pero existe siempre. Podríamos decir que en una narración un objeto es siempre un objeto mágico». (Calvino, op.cit.)

 

El lector, pues, es similar al objeto mágico capaz de abrir todas las puertas y ninguna, porque todo depende del ojo con que se mire. Las apocalipsis, donde todo termina, generan nuevas posibilidades. Las historias no tienen final, sino que se retroalimentan para así fortalecerse y nunca desaparecer del todo.

En la serie “Relatividad”, que consta de 14 textos, el tiempo es protagonista y antagonista de lo contado. Las minificciones se devoran entre ellas, expulsando significados y creando un vórtice de simbolismos. Cada uno de los textos ingresan a un puente de Einstein-Rosen o agujero de gusano, llevando al lector consigo:

 

1

 

Desde su niñez más temprana, el tiempo ansiaba representarse en la forma de un reloj alado. Logrado esto en la madurez, muy de prisa emprendió vuelo sobre el océano. Aunque iba rápido, demoraba y se iba tornando cada vez más ansioso por arribar a la otra orilla. La premura y el cansancio lo traicionaron: cayó sobre aguas tormentosas. Se hundió como una piedra a causa del enorme peso del pasado. Ahí se quedó, atrapado en las profundidades abisales. Por suerte nos dejó en herencia la eternidad; de allí surge esta historia.

 

9

Tras muchos intentos, hallé la forma de viajar al futuro. Bastaba con dar vuelta la máquina, así de simple. Avancé unos minutos para probar y resultó. Ahora sé que todo futuro será peor, me corresponde meditar acerca del eventual regreso. No es muy tentador. A veces es preferible la ignorancia. Debiera detenerme en algún instante, un interregno donde pasado y futuro carezcan de sentido. ¿Para qué, dirá usted? Para escribir este microrrelato, por supuesto.

 

El objeto lector, ajeno a los vaivenes espacio temporales, puede seguir leyendo la historia, el microrrelato, y ser parte del intrincado proceso de la comunicación. Porque de esto se trata: el traspaso de información. Puede resultar paradojal, acaso sea inquietante y logre un desequilibrio. Quizás la imaginación siempre ha sido excéntrica y sea la cuerda delgada por donde va el funambulista:

[…] «en una época en que triunfan otros media velocísimos y de amplísimo alcance, y en que corremos el riesgo de achatar toda comunicación convirtiéndola en una costra uniforme y homogénea, la función de la literatura es la de establecer una comunicación entre lo que es diferente en cuanto es diferente, sin atenuar la diferencia sino exaltándola, según la vocación propia del lenguaje escrito».  (Calvino, op.cit.)

 

Si usted ha llegado hasta aquí es porque ya escuchó el clic de la minificción. Los textos de Universos imposibles. Ciencia y minificción cautivarán a todo aquel de mente abierta. El libro de Diego Muñoz Valenzuela no se resuelve en el chiste o en la inmediatez de lo repetido una y otra vez; es tremendamente original y expone temáticas inquietantes; es diferente y único. ¿Se atreve usted a ingresar en el vórtice del espejo?

***

Universos imposibles. Ciencia y minificción, de Diego Muñoz Valenzuela.

Editorial La Tinta del Silencio, Ciudad de México, 2023.

90 pgs.

GRETCHEN KERR ANDERSON: «EL LIBRO DE LOS TIEMPOS»

 

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Cerezos en flor:

pétalos rosados caen,

vida efímera.

*

El río murmura,

agua cristalina fluye,

momento eterno.

*

Bajo el sol ardiente,

la arena quema los pies,

anuncio del verano.

*

Silencio en el bosque,

el viento susurra hojas,

naturaleza viva.

*

Mar en calma,

olas besan la orilla,

salitre en el aire.

*

Noche estrellada,

brillan luces en el cielo,

espacio infinito.

*

En el jardín,

mariposas revolotean,

danza de colores.

*

Sueños de infancia,

juegos en el parque,

risas inocentes.

*

Montañas majestuosas,

nieves eternas coronan,

paz en la altitud.

*

Besos bajo el arco,

amor en susurros,

encuentro de almas.

*

El aroma dulce,

cafeterías y libros,

días de bohemia.

*

Abrazos sinceros,

amistades verdaderas,

fuegos que alimentan.

 

 

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Los haikus de Gretchen Kerr A. pertenecen a El libro de los tiempos.

***

Gretchen Kerr Anderson (Mayarí, Cuba 1998). Poeta y narradora. Licenciada en Lenguas Extranjeras por la UHO Universidad de Holguín. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz de Holguín. Integrante del Taller de Ciencia Ficción y Fantasía «Espacio Abierto». Ha obtenido Mención en narrativa infantil en el concurso provincial León de León con el minicuento «El gato de los ojos de oro» (Mayarí, 2014), Mención en narrativa en el mismo certamen con el cuento «Cadáveres» (Mayarí, 2018) y Primer Premio en poesía con el poemario «Retórica Negra» (Mayarí, 2018). Obtuvo primer lugar en el concurso literario de la Universidad de Holguín en las categorías narrativa y poesía (Holguín, 2018) y segundo lugar colateral en el concurso nacional de narrativa Cuentos Fríos (Cárdenas, 2018). Ganadora del certamen de publicación de la revista digital Novum de la UBIK-USB Universidad de Bolivia con el relato «La Hechicera» (2020).  Ha publicado el cuento «El enviado de Cotard » en la revista digital argentina Extrañas Noches Literatura Visceral (2017), «El noventa por ciento de todo es basura» (2021) en la revista digital argentina Ciencia Ficción Científica y en la antología anual de la misma titulada «Yo destruí la Tierra», además del poemario “Enajenación” en el Nº98 de la Revista Almiar (Margen Cero) de España (2018). En el sitio web Poematrix “Una lluvia de espejos rotos irá incendiando el universo" (2022), "Óleo de los catecúmenos (o Ensayo para una resurrección macabra)" (2022) "Et nigras" (2022), "Cantando a Odín entre tus brazos" (2022), "Gorgoneion con cuerpo de mujer" (2022), "Sombras demenciales (Esferas de la dimensión gótica)" (2023), "El abrazo del misterio" (2023), "Gólgota de mis noches de insomnio" (2023) En Poetalia “Retórica Negra" (2023) Ha publicado el relato “El Ojo de Freegh” en la antología “Caballería Mutante” (La falange naciente) de los antologadores Yoss (José Miguel Sánchez) y José Alejandro Cantallops (Ediciones Elefanta, 2023).

 


 

MICRO ANTOLOGÍA DE MICROFICCIÓN GRIEGA

 


Antología de microficción griega compilada por los profesores DIMITRA J. CHRISTODOULOU y STERGIOS NTERTSAS: algo totalmente inédito y original en el mundo de la minificción.

 

Agradezco la confianza que han depositado los profesores Dimitra J. Christodoulou y Stergios Ntersas en la revista Brevilla para difundir esta mini antología.

 

Lilian Elphick

 

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«El desarrollo de la microficción griega, especialmente durante los últimos años, sin lugar a dudas, es impresionante. Un sinfín de autores jovenes van produciendo una obra de alta calidad en este campo literario, y se añaden a la tradición de un corpus de textos que lleva la firma de autores ya consagrados. Algunos de ellos están participando en esta micro-antología. No se trata de una antología que podríamos llamarla representativa, por supuesto, pues para que se pueda sostener algo así tendríamos que hacer una síntesis mucho más amplia. Sin embargo, es una muestra constituida por textos de 11 autoras y autores de diferentes generaciones que creemos que emite una señal muy clara en cuanto a la producción microficcionista en este momento en Grecia. Se trata pues de un pequeño reflejo del florecimiento de un ámbito literario muy prometedor, donde cada vez más autoras y autores se ocupan de ese género seductivo; y se acercan a ese tipo de literatura a través de diferentes prismas ópticos y temas, ofreciendo nuevas dimensiones y perspectivas. Paralelamente es significativo, y merece ser referido, que los últimos años se han realizado importantes pasos en la parte teórica, que estimulan la variedad de las ideas creativas: columnas en revistas literarias que se enfocan en la microficción, ensayos, artículos, traducciones, publicaciones, tesis doctorales ya acabadas o en pleno desarrollo y participaciones en los Congresos Internacionales de Microficción. Esa combinación estipula con la mejor manera posible el apogeo de la microficción en nuestro país actualmente. Muchas gracias a Lilian Elphick por la acogida y la oportunidad que nos da para que presentemos algo así, por primera vez, a través de una revista de microficción de prestigio universal como es Brevilla».

DIMITRA J. CHRISTODOULOU - STERGIOS NTERTSAS

FELIPE HUGUEÑO: «LA MEMORIA DE LA PESCA»

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EL ESCABULLIDO DE RATONES

 

 

Perdió el vuelo de regreso a Nueva York. Había tráfico en la 68. Se lo cambiaron para el día siguiente, sin cargo adicional. Cortesía de LATAM. Apenas lo supo, la llamó y sin pensarlo dos veces, ella le dijo que regresara a su pieza privada. Vivía en una casa colonial por la Estación Central, en una pensión para inmigrantes. Lo metió a escondidas y se acostaron sin despertar a nadie. Repitieron lo que la noche anterior pensaron que sería la última vez. Fue hermoso, pero el escabullido de los ratones en el techo lo tenía aterrorizado.

 

 

COMO HÉROE

 

Me subí en La Cisterna. Escuché once cierres de puerta, de manera superficial, como respuestas de defensa o huida. Iba ensimismado en las redes sociales, distorsionadas por Pink Floyd y estimuladas por una versión retro del tetri. Los mensajes entraban cuando se recuperaba la cobertura del móvil. Luego desaparecían y yo volvía a encajar bloques. Cuando escuché el duodécimo sonido de aviso, levanté la vista y me encontré con rostros desnudos. Era el fin de la era de las mascarillas. Me saqué la mía y me bajé como héroe. 

 

 

BODAS DE ORO

 

Había vivido sola desde los 25 años cuando a Juan lo desaparecieron. Todos los 20 de julio prendía una vela para celebrar el supuesto aniversario de matrimonio. Hoy con 75 años de edad celebraba las bodas de oro. Como regalo para sí misma, había mandado a colorear una foto antigua en blanco y negro del día de la boda. También la amplificó y cuando la recogió del centro, pensó en colgarla en la pared del dormitorio. Antes de colgarla, la besó y se desvistió. Desde la cama, lo miraba. El gato se subió, ronroneó y se acomodó. Ya iban cuatro gatos durante esos 50 años de ausencia. Pensó: “¡Qué jóvenes éramos! Estaba tan contenta ese día y molesta a la vez porque llovía y no quería estropearme el peinado que tanto le había costado hacer a mi madre. No ha sido fácil estar sin ti, Octavio. No alcanzaste ni a dejarme un hijo, solo ilusiones. Feliz aniversario, mi amor.”

 

 

LA MEMORIA DE LA PESCA

 

Caminaba apresurado detrás de los filipinos, pendiente de que la punta de su nueva adquisición no le fuera a clavarle a alguno de ellos en la espalda. Llevaban traje de vadeo, ropa gruesa, un impermeable y una linterna sujetada a la circunferencia de la cabeza por debajo del gorro de lana. Apenas se veía donde pisaban porque aún no amanecía, pero el frío se abrazaba estrechamente a sus piernas. Él los siguió sin mirar el suelo para demostrarles la confianza que les tenía y para ocultar su poca experiencia. Cuando volvió a levantar la vista, todos estaban ya instalados, levemente inclinados hacia atrás como si fuesen a azotar un látigo; mientras que él recién colocaba el pescadillo de goma en el anzuelo.

 

Lanzó la línea y no logró ver dónde cayó. Tampoco escuchó la plomada romper la superficie. La marea entrante empezaba a crecer. Entre la emoción de estar pescando en pleno noviembre y la incertidumbre que la oscuridad generaba, lo único que quedaba era esperar y evocar sus más tempranas memorias del mar, en su Valparaíso querido, donde el tiempo le había borrado detalles particulares, menos la esencia general de su patria. Se imaginó que era lo normal, tomando en cuenta que partió de Chile cuando apenas tenía once años. Era sorprendente lo que el mar revivió en él. Esa agua brava y eternamente fría, independiente de que fuera invierno o verano; la pescada, acá reemplazada por la trucha de la temporada. Recogió el sedal, dando tirones para ver si alguna caía rendida ante la malacia del anzuelo. Nada. La volvió a lanzar, esta vez más esperanzado que la anterior.

 

 

 

FELIPE HUGUEÑO

Felipe Hugueño, chileno de nacimiento, pero radicado en los EE.UU. desde 1998, es profesor de español y estudios hispánicos en Virginia Wesleyan University. Como profesor sus estudios se enfocan en la violencia representada en la literatura hispánica y en la función del arte, sobre todo la poesía, en relación con la violencia. También es poeta y ocasionalmente cuentista. 

Tiene dos libros publicados: De la resistencia a la reconquista Poemas y relatos de luto. Entre sus cuentos más destacados están: “Intérprete/Interpreter” y “La migra” que han salido publicados en revistas literarias. 

 


 

MARTÍ LELIS:«HORIZONTALIDAD DE LOS ESPEJOS»

 

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113

ESTO NO ES POEMA

 

Toda pesadilla tiene el encanto de la poesía. No se interpreta el sueño, sino el relato del sueño. Entre el poema y el mito, desperté por si moría del otro lado. Tener el temple para contar el horror. Donde acecha rampante cualquier deseo, vas y sueñas. Quién te viera despierto, tan callado de día y tan de noche taumaturgo (si no es que dios de los antiguos). Digo que desperté. Y ya era tarde. No había tiempo para poemas. Que florecieran. Pero el cuento sí. Día laborable. Ahora ya no comparto los cuentos. Impertinencia de contar los sueños, las pesadillas, los ensueños. Soliloquios que me digo sin reglas, sin canon, para que sean lo que quieran ser. Si fueran poemas, estarían rotos. No hay tampoco hilo argumental.

 

89

LA PLUMA

 

Si bien su aspecto era repugnante, no terminaba de parecerme un detalle interesante la pluma Mont Blanc prendida a la bolsa de su camisa. Estaba bien que fuera zombi, que se agitara ante mi presencia con frenesí alimenticio, pero no lo iba a dejar que me mordiera. La pluma llevaba inscritas sus iniciales y lucía como nueva. Enajenado como estaba, la pluma se reducía a mero ornato.

Un día comencé a codiciar la pluma, a imaginar de qué modo me haría de ella sin ponerme en peligro durante la empresa de arrancarla del pecho de este zombi que veía casi a diario desde que comenzó la epidemia. Al final desistí porque imaginé al pobre zombi en soledad, en su guarida, iluminado por destellos de lucidez pasajera, queriendo escribir su historia o una carta para alguien que extrañara al que fue antes. Ahora ya no me fijo en la pluma y cada vez que veo al zombi, me pregunto si alguien lo echa de menos, si ya habrá comido ese día.

 

66

TENDEDERO DE DOMINGO

 

En el marco de un domingo, prendo con alfileres la orilla inusitada de un poema y se queda pegado a la pared, no se mueven sus palabras. Haría mejor si lo tendiera al sol de un abril agonizante al lado de mi ropa repetida de poeta, entre mi pantalón y los cinco pares de calcetines; la hoja donde las palabras limpias habrán de agitarse al mediodía. Al ocaso, la ropa en los cajones y, sobre mi escritorio, el poema y sus arrugas, un crujir de papel apenas tenebroso, cosechas de un poeta en chanclas que ha metido en el papel las manos delicadas de una casi niña, que ha cambiado el monstruo del laberinto por un héroe de mitología. Mejor que lleguen mayo y la canícula para seguir poniendo espuma en las palabras, enjuagarlas y dejarlas secar al sol, papeles, hojas sueltas, jeroglíficos para futuras hojarascas.

 

19

HORIZONTALIDAD DE LOS ESPEJOS

 

A veces quisiera no haber caído en la trampa del lenguaje. Vivir más con los por qué en los labios, como un temblor, un balbuceo, y no como palabras. Haber perdido todos los poemas y ganado en el número de la esperanza. Este lenguaje, no haberlo adquirido. Este lenguaje donde duelen los huesos prisioneros de la carne, y la lengua es la terrible mariposa que aletea en las sienes y crees ingenuo en su palabra. No ves que se trata de la muerte. Por eso, a veces lo quisiera en ruinas, rescatar del polvo símbolos de piedra para nuevos himnos en donde la noche baje del cielo al suelo, y pueda caminar sobre el espejo horizontal de mi ensueño, en silencio, libre, ser nada más que un hombre sin palabras.

 

18

AFORISMO

 

Existen erizos de mar, pero el aforismo es una ostra: irritada por un grano de arena, forma una perla, y a veces vas y la pescas.

 

 

EL QUE INVENTÓ LAS MOSCAS

 

Viajé desde el principio de la vida a las orillas del agua. Nada pisaba la tierra ni volaba. Cuando al fin salieron de mares y ríos, había que devolver los ingredientes de lo vivo al lugar de su nacimiento.

Dejé mi huella en callejones, casas en obra negra, basureros a cielo abierto; en ciudades sin ley y pueblos olvidados. Fui persiguiendo guerras y hambrunas, nacimientos explosivos de volcanes y los restos de tsunamis. Visité selvas y bosques, playas pestilentes.

«Ése quién es. Qué busca», murmuraban. Me confundían con un saqueador de cadáveres. Mi vestimenta oscura y mi maletín de aluminio, aún les impone respeto.

Yo removía carroñas en búsqueda de una solución efectiva. Y lo logré. No sé si estaré al final de los tiempos. Lo vivo me provoca. La mosca es mi criatura.

 

 

VIDA ÍNTIMA DE LOS LIBROS

 

Todos los días, en bata y con pantuflas, se instalaba en el sillón de respaldo alto de su biblioteca y leía. Todos los días, el niño hurgaba en la basura de las casas ricas buscando algún mendrugo. Así vivió realidades amables y terribles, como si él fuera el protagonista. Su cara sucia y los cabellos tiesos, bajo las uñas mugre, sus dedos encontraron un libro entre los deshechos pestilentes. De tiempo en tiempo tiraba a la basura los que ya no leía. Tocó a la puerta y le abrió un viejo en pantuflas, los dos se miraron con un libro en la mano. «¿Tiene más?», preguntó el chico mostrándole el respetable tomo desechado. Era su oportunidad. Lo invitó a pasar, le mostró su vasta biblioteca. Al niño le brillaron los ojos y su estómago hizo ruidos. El viejo le invitó un pan y un vaso de leche. Le obsequió sus amados libros infantiles. En la puerta lo despidió satisfecho y fue a sentarse frente a la chimenea, donde continuó exultante la lectura. El pequeño atravesó el dédalo de calles, y llegó feliz al depósito con su pesada carga, en tanto el viejo ya dormía con una sonrisa. El niño salió del tiradero con un puñado de monedas: ojalá pagaran un poco mejor el papel por kilo, pensó. Y entró de nuevo al laberinto.

 

*

Los textos que van numerados son parte de la serie «Epifanías de bolsillo», de Marti Lelis.

 

***

Marti Lelis(Ciudad de México, 1968).

Escritor mexicano radicado en Tlaxcala desde 1975. Es Licenciado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), lugar donde actualmente practica la docencia en Literatura y es el bibliotecario responsable de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras.

Sus textos de ficción literaria han aparecido publicados en diarios locales y nacionales (La Jornada Semanal); también en revistas electrónicas como: Penumbria - Revista fantástica para leer en el ocaso y Revista Anapoyesis (revista literaria de ficción especulativa).

Ha sido antologado en libros como Cien fictimínimos (Ficticia, 2012), Alebrije de palabras (BUAP, 2013), y Cuentos pequeños, grandes lectores (Cofradía de coyotes, 2014). A propósito de San Juan y otras miniaturas (ITC, 2016) es su primer libro publicado. Antologado en el libro Cortocircuito (BUAP, 2018). También hay textos suyos en los siguientes libros digitales: PequeFicciones (Parafernalia Ediciones Digitales, 2020); Mosaico (Parafernalia Ediciones Digitales, 2020); Minimundos (Dendro Ediciones, 2021); Microscopios (Editorial digital EOS Villa Argentina, 2022); Una 44 con ocho balas. Antología minificcional de género negro (Editorial Kañy, Argentina, 2022) y Contra toda violencia (Editorial Kañy, Argentina, 2023).

En 2022 se publicó su primera novela, La noche fragmentada, en edición digital, Editora BGR, España, 2022.

En 2015 fue ganador del «Premio Estatal de Cuento Beatriz Espejo 2015» del estado de Tlaxcala por la obra A propósito de San Juan y otras miniaturas.

En 2016 obtuvo el «Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2016», del estado de Tlaxcala, por la obra Salvar caracoles con palabras.

 

 


 

MAURICIO LEÓN:«EL GRAN INNOVADOR»

 

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EL GRAN INNOVADOR[1]

A Raymond Carver

 

El hombre sacó de su cajón del sastre un hilo conductor, lo acercó a la boca, lo mojó con saliva y lo pasó por el ojo de la aguja. Con destreza, cosió las letras una junto a la otra, hilvanó palabras y zurció frases hasta confeccionar la que consideró una gran obra. Luego de contemplar la bella forma y el colorido de su tejido de historias, lo llevó donde el modista de la cofradía para que le diera las últimas puntadas. Este, experto en hilar fino, le encontró las costuras, cortó en retazos el texto, deshilachó los párrafos, remendó los personajes, descartó varios trozos y cambió los acabados. Pese a la disconformidad del hombre con la mutilación que sufriera su creación, la trama final de aquel lienzo de palabras fue un éxito rotundo entre los maestros del oficio. Estos, maravillados por la tersura y sobriedad de la tela, cuya estética creó una nueva moda, minimalista, etiquetaron al hombre como un gran innovador.

 

EL TRIUNFO DE LA PRIMAVERA[2]

Miro hacia afuera desde la ventana, la primavera combate a las fuerzas de la resistencia invernal. Un escuadrón de loros, camuflados con plumas verdes entre los árboles, levanta el vuelo y surca ruidoso el aire, alentando al viento a soplar fuerte contra las últimas nubes grises. Estas, abatidas, no resisten el asedio y emprenden la huida. El azul invade el firmamento y el sol brilla apoteósico.

Con la moral baja, las tropas del invierno abandonan las trincheras, enarbolan una bandera blanca como la nieve y aceptan una rendición temporal.

Un dúo de gorriones entona el canto triunfal de los vencedores. La primavera danza alegre y ansía el caluroso encuentro con el verano.

El invierno se repliega con disimulo, reagrupa sus tropas y se reabastece de municiones. Espera el momento de contraatacar. Aguarda con paciencia la llegada de refuerzos: las indetenibles huestes de los fríos otoñales.

 

LA ESPERA[3]

Mi vida se aproxima, me mira indiferente y pasa de largo sin reconocerme.

Contemplo su lento caminar hacia el ocaso.

Sé que ella no volverá.

Espero la llegada de la muerte con la aurora.

 

HASTA EL FIN DE MIS TIEMPOS[4]

Te extravié hace tanto tiempo. Desde entonces te busco en cada mujer que encuentro en el camino, pero nunca estás. Navego sin brújula por las lagunas cristalinas de sus ojos. Busco en vano en ellas tu mirada. Exploro el laberinto sinuoso de sus cuerpos, guiado por el mapa del tuyo impregnado en mi memoria. Asciendo a las colinas del este y del oeste. Miro el horizonte desde la cima con la esperanza de hallarte, pero nunca estás. Desciendo y excavo profundo en las arenas de sus pieles tersas. Me sumerjo en sus vientres cálidos y rosados, me interno en la oscuridad de sus cuevas húmedas, naufrago en los ríos torrentosos de los labios del norte y del sur. Bebo a borbotones de la erupción de sus aguas, me embriago de ellas, pero no saben a ti. Seguiré intentando encontrarte hasta el fin de mis tiempos. Cuando el destino premie mi larga búsqueda, te diré que te amo y saciaré mi sed de amor con la humedad de tus labios. Me acurrucaré en tus pechos. Me tenderé en la superficie de tu piel y me arroparé con ella hasta dormirme por siempre. Serás el lugar de mi sosiego.

 

RELACIÓN TEXTUAL[5]

 

Me dijo que ella era un libro abierto. La leí en silencio y también en voz alta. Respiré el olor a papel envejecido, mezclado con el aroma de una rosa marchita olvidada entre sus páginas, páginas que perdieron la tersura por el trato descuidado de lectores pasados. No me dejé llevar por las anotaciones y pasajes marcados que ellos dejaron. Intenté formarme mi propia opinión, pero ella tenía varias lecturas posibles. Avancé por cada capítulo de su vida buscando el enigma de nuestra historia. Dios sabe que hice todo lo necesario para descifrarla, para desvelar lo que se ocultaba entre líneas. Nada funcionó. Mis lágrimas de impotencia se confundieron con su tinta negra. Derrotado, viré la última página de nuestra coexistencia y la abandoné en la pila de las lecturas fallidas.

 

MIRADAS[6]

Un ave ingresa por la ventana volando errática. Cae en la cama del hospital junto a mí. Intenta volar de nuevo, pero tiene una de las alas rota. Quiero estirar mis brazos para ayudarla, pero no me obedecen. Ella deja de aletear. Solo sus ojos se mueven.

Entra mi esposo y la mira furioso. El ave lo mira asustada. Él la coge con desdén y la lanza por la ventana.

Se acerca a mi lado. Me clava la mirada.

Lo miro asustada.

 

 

CAFÉ CORTADO[7]

Después de discutir por enésima vez con Victoria, salí del departamento azotando la puerta y fui a la Cafetería Quito. En una mesa contigua estaba una mujer hablando por teléfono. Me pareció conocida, pero no pude adivinar quién era. Mi mente seguía anclada en la discusión con Victoria, si se puede llamar discusión a eso, pues no fui capaz de responderle.

Sus palabras me seguían resonando: «Ya no te aguanto más». Enseguida escuché a la mujer decir: «Lo podrido hay que cortarlo a tiempo». Torné la vista hacia ella y volví a pensar que me era familiar. Bebí un café cortado y decidí enfrentar a Victoria. Imaginaba decirle: «¡Cortamos!, ¡te dejo para siempre!».

Regresé envalentonado al departamento. Victoria colgó una llamada telefónica y me miró. Me dispuse a hablar, pero me quedé mudo nuevamente.

«Lo podrido hay que cortarlo a tiempo», dijo Victoria y señaló con su índice la puerta.

 

BRUJA[8]

Esa noche, se desató la tormenta. Al escuchar los truenos, la gata negra corrió hacia el sofá y se acurrucó en mi falda. La acaricié tratando de calmarla. A los sonidos graves de los estruendos, les seguían los agudos maullidos. Sus pupilas grises se dilataron y brillaban como estrellas. La casa se alumbraba con el resplandor de los relámpagos. La consolaba, pero ella maullaba y maullaba. Afuera el viento soplaba fuerte y rugía. Los perros ladraban y arañaban la puerta. La casa se tambaleaba, las maderas crujían. Ella temblaba y recordaba el día en que se transformó en gata.

 

***

Mauricio León (Quito-Ecuador). Reside en Chile. Economista y Doctor en Ciencias Sociales. Ha sido finalista en concursos como el Festival Internacional de Cine de Terror de Atacama - FICTA 2020; Premio Flexus 2020 de la Revista Origami, Chile; El Sillón de Terciopelo Verde, Aragón Radio, España, 2021; I Concurso Internacional de Cuento de Terror Alas de Cuervo (México), 2022. Ha publicado en revistas y antologías de Argentina, Bolivia, Canadá, Colombia, Chile, Ecuador, España, EE. UU., México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.

 


 



[1] “El gran innovador”, Mutaciones, Colectivo Internacional de Minificción, Editorial EOS Villa, junio 2024, Argentina.

[2] Texto inédito.

[3] “La espera”, Poetas malditos - La contra lectura del poder: Antología influencia de los poetas malditos en Iberoamérica, abril de 2023,  Editorial Kañy, Argentina.

[4] “Hasta el fin de mis tiempos”, Microcuentos eróticos, Colección Antologías Iberoamericanas, Vol. 11, octubre 2023, Editorial Kañy, Argentina.

[5] “Relación textual”, Revista Entre Paréntesis No. 91, agosto 2022, Chile. 

[6] “Miradas”, En pequeñas dosis: antología de microficción, Ediciones Sherezade, marzo de 2022, Chile.

[7] Texto publicado en cuenta de Instagram de la Revista Grifo (@revista_grifo), julio de 2022, Chile.

[8] Texto publicado en la cuenta de Instagram del Centro Bibliotecario de Puente Alto (@centro_bibliotecario), agosto de 2021.