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LECCIÓN APRENDIDA
Aquella tarde sombría, la empleada pública se disponía a emprender una labor asignada en otro despacho gubernamental. De manera que dejó sola su oficina por un instante, entretanto se arreglaba para salir. Al volver notó que su cartera había desaparecido, sin que pudiera entender cómo habían entrado a su pieza, aun con la puerta cerrada con doble llave. Días después encontró algunos de sus documentos personales adheridos a la pared de un baño unisex y un mensaje en letras mayúsculas que rezaba: «Bobalicona, la próxima vez no te confíes en la cerradura, aunque tenga doble, triple o cuádruple seguridad. Fíjate en las bisagras y el marco de la puerta de entrada a ese o a cualquier recinto de tu entorno. Nunca desestimes los detalles». Tarde comprendió que debió ser más precavida y menos distraída.
REMEDO NUTRICIONAL
Se cuidaba de no comer en exceso, de ingerir una cantidad proporcional de vegetales, de frutas, al tiempo que procuraba beber varios vasos con agua durante el día. Iba al gimnasio de tres a cuatro veces por semana y con regularidad vigilaba su peso corporal. Estaba convencido de que llevaba una vida sana y de seguir al pie de la letra una dieta balanceada. Sin embargo, ignoraba que comía demasiados carbohidratos, cuya ingesta había alterado los niveles de colesterol total, de HDL, LDL, de triglicéridos y de azúcar en la sangre. Lo supo cuando visitó al especialista en nutrición, quien le dijo que si no mejoraba su alimentación y su metabolismo, podría sufrir, en cualquier momento, un infarto de miocardio. Y, por si fuera poco, que ya padecía de diabetes tipo dos. Su vida, sin sospecharlo, corría el peligro de extinguirse, como ya se había presentado de poco en poco con la insulina de su páncreas.
LA TRAGA PALABRAS
Cada que alguien hablaba, ella debía estar allí, en medio de los adultos, del vendedor, de la vecina, del amigo e inclusive de la visita inoportuna. Le fascinaba tragar palabras, estar de metiche, oyéndolo todo para saborear y aprender los sonidos que aún no era capaz de pronunciar. Esa chiquilla era de lo más impertinente, de lo más atrevida, a tal extremo que al notar su presencia, era corrida de inmediato.
—¡Andáte de aquí, chavala! Dejá de escuchar las conversaciones de los mayores, andá estudia, ponte hacer algo de provecho.
Al crecer, en plena madurez, fue la más locuaz, la más extrovertida, la que deslumbraba con su vasto vocabulario y con sus destrezas de oradora.
AUTODESTRUCCIÓN
Priya maltrataba a su madre de una forma y de otra. No tardó en acabar con su vida a punta de lesiones y de insultos. Contrario a lo pensado, la mujer siguió con su racha de vicios y de excesos. Una noche, en medio de sus orgías, creyó ver a su progenitora con su vestimenta ceremonial, esta vez más decidida que de costumbre. Sintió que la miraba con piedad, con la compasión que nunca tuvo hacia ella y que ésta trataba de ayudarla, mientras otros seres atormentados la asediaban con vehemencia. Ahí volvió en sí y supo que se hallaba en el limbo del remordimiento y de la autocensura, pero ya era demasiado tarde, puesto que también había corroído los despojos de sí misma y de su eventual acompañante.
Fuente: Textos inéditos. Segundo libro de microficciones, 2023-2025.
EL AUTOENGAÑO
Sufría de delirios, de alucinaciones al estilo de Juan Pablo Castel. Como este personaje de Sábato, estaba convencido de que su mujer le era infiel con otro hombre, en este caso, con un forastero proveniente de Extremadura. Por eso la seguía a todas partes, la vigilaba sin que ella lo intuyera o siquiera imaginara su desasosiego. Un día estuvo a punto de estrangularla hasta que se dio cuenta —en medio de su paranoia— que quien la apretujaba y la besaba con frenesí era él mismo. La sombra difusa que se proyectaba en sentido oblicuo reflejaba una doble silueta.
TRIÁNGULOS
Jaén cuidaba de sus cultivos como de sus hijos y felinos, juntos conformaban su Santísima Trinidad que protegía e idolatraba. De unos y de otros profesaba un amor ilimitado y por todos imploraba con devoción a las divinidades. Había, sin embargo, un cuarto elemento que mantenía en sigilo y que intrigaba tanto a la familia como a su hueste de amistades. Pocos conocían la razón por la cual Jaén permanecía largas jornadas en sus invernaderos y casi nadie sabía de su pasión oculta: la cría de insectos considerados “depredadores”, pero que, en realidad, eran y son benéficos para la agricultura, ya sea en pequeña o en gran escala y con cuya función profiláctica, el aludido había logrado controlar las plagas que acechaban a sus plantaciones. De suerte que las catarinas (mariquitas), los ciempiés y los escarabajos, no eclipsaban ni competían con sus querencias, más bien completaban otra sagrada trilogía.
NESCIENCIA
Trabajó en la Biblioteca Central de un país insular, en cuyo organigrama no existía el Fondo Reservado ni una Fonoteca, apenas las colecciones de Referencia, General y una pequeña Hemeroteca. En una ocasión, mientras revisaba un promontorio de papeles, encontró un folio amarillento, raído, carcomido por la polilla y estampado con una rúbrica entre señorial y heráldica. Inocencio no se inmutó, no le dio ninguna importancia, sin saber que se trataba de un verdadero incunable. De modo que no pudo distinguir a tiempo lo que era y lo traspapeló. Él ignoraba acerca del valor histórico e institucional de aquel pliego que daba cuenta del arribo de los peninsulares a dos ínsulas de las Antillas Mayores: a las costas de Juana (Cuba) y de Santiago (Jamaica), lo mismo que de reales provisiones emitidas circa S. XV por los reyes de Castilla y Aragón.
EXTREMISMOS
Todo transcurría entre el tedio y la negatividad. No se casó, nunca tuvo hijos, no amó ni fue amado. Por si fuera poco, no tenía documentos oficiales de identificación, no sabía conducir, tampoco podía leer ni escribir. No tenía trabajo estable, casa propia ni dinero alguno y nunca viajó más allá de la cuadratura de su vida. En cierta ocasión, el sujeto de los noes y níes infinitos, pensó que había dado un «salto cualitativo» al lindar una inequívoca asertividad. Después de practicarse distintas pruebas de laboratorio, de negar y descreer los resultados, dio positivo respecto del cáncer gastrointestinal.
Microrrelatos extraídos de Sinergias. Villa María - Córdoba, Argentina, Tusca Editoras, 2023, 45 págs.
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Karla I. Herrera. Tegucigalpa, M. D. C., Honduras, Centro América. Es Licenciada en Letras, en el área de Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Tiene estudios de Posgrado en Literatura Iberoamericana realizados de 1996 a 1998 en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha publicado varios trabajos ensayísticos, bibliográficos y de crítica literaria; posee cuatro libros publicados: Dos grandes latinoamericanos (ensayo, 1999), Silencios habitados (cuento, 2014), Interpretaciones crítico-literarias (ensayo, 2017) y Sinergias, (microrrelatos, 2023). Tiene en su haber literario otro libro de cuentos convencionales y un segundo texto de microrrelatos todavía inéditos.
Herrera Amador fue profesora universitaria adscrita al Departamento de Letras de la UNAH y coordinadora de la Unidad de Investigación Bibliográfica de la Biblioteca Nacional de Honduras “Juan Ramón Molina” de 1998 a 2005. Ostenta algunos reconocimientos y el honor de haber sido incluida en una veintena de antologías sobre microficciones, cuatro de ellas nacionales y el resto de impronta internacional. Desde enero de 2006 radica en forma permanente en el estado de New Jersey, EUA.