CUANDO EN EL SUR FLORECÍAN LOS CEREZOS
A mi primo Marcelo Salinas Eytel,
detenido desaparecido hasta hoy.
La calle no
tiene hoy ni luz ni pájaro. / Quién va a cantar, quién va a levantar / una
mínima esperanza luminosa.
Se vuelven otra vez los perros horizonte / y no hay agua para lavar esta injusticia. / Qué va a correr bajo los puentes / llenos de vergüenza, carcomidos / por la humedad del desamparo.
Yo no soy más que el testigo de la ausencia, / qué hago reclamando ante el vacío. / No
sucederá otra vez: / las enredaderas ocultan la casa / y a la lluvia del tiempo / le dio por borrar todas las huellas. / ¿Alguien ha visto un niño perdido?
He bebido cicuta: / se me dan vuelta las palabras / y como ciego busco / el gesto que perdí por esos días. / Qué lo voy a encontrar, cuál era. / ¿Era una sonrisa, era un saludo, / era una manera de caminar / poniéndole el pecho a la injusticia?
Como siempre, esta noche / el mismo sueño me persigue: “si no, / primo, si no, si no era nada, / aquí estuve todo el tiempo, / soñando como tú bajo el manzano”. / Qué voy a despertar.
La última vez usaba sandalias / y una chaqueta verde / del color del pasto / que brota a principios de noviembre. / ¿Alguien supo qué le hicieron? / ¿Cuando murió qué dijo?
¿Levantó una mano, gritó, / abrió los ojos / (se verá en sus pupilas la faz del asesino)
o solamente suspiró / y pensó que en el sur / estaban floreciendo los cerezos?
Hoy la calle no tiene luz ni pájaro. / Afuera el silencio parece que va a estallar.
Se vuelven otra vez los perros horizonte / y no hay agua para lavar esta injusticia. / Qué va a correr bajo los puentes / llenos de vergüenza, carcomidos / por la humedad del desamparo.
Yo no soy más que el testigo de la ausencia, / qué hago reclamando ante el vacío. / No
sucederá otra vez: / las enredaderas ocultan la casa / y a la lluvia del tiempo / le dio por borrar todas las huellas. / ¿Alguien ha visto un niño perdido?
He bebido cicuta: / se me dan vuelta las palabras / y como ciego busco / el gesto que perdí por esos días. / Qué lo voy a encontrar, cuál era. / ¿Era una sonrisa, era un saludo, / era una manera de caminar / poniéndole el pecho a la injusticia?
Como siempre, esta noche / el mismo sueño me persigue: “si no, / primo, si no, si no era nada, / aquí estuve todo el tiempo, / soñando como tú bajo el manzano”. / Qué voy a despertar.
La última vez usaba sandalias / y una chaqueta verde / del color del pasto / que brota a principios de noviembre. / ¿Alguien supo qué le hicieron? / ¿Cuando murió qué dijo?
¿Levantó una mano, gritó, / abrió los ojos / (se verá en sus pupilas la faz del asesino)
o solamente suspiró / y pensó que en el sur / estaban floreciendo los cerezos?
Hoy la calle no tiene luz ni pájaro. / Afuera el silencio parece que va a estallar.
LOS VIEJOS AMORES
Los viejos amores salen a volar
como luciérnagas
por las noches.
Se escabullen por los matorrales
de tus sueños
y cuando quieres atraparlos
y abres los ojos
solo la oscuridad del bosque te recibe.
Y ahí te quedas,
en pleno corazón del misterio,
sin poder recordar
el camino de regreso.
Y se abre un
lirio cuando cae la noche.
Húmedo y rosado, tiembla.
Húmedo y rosado, tiembla.
EL BAR DE LOS JUBILADOS
Los jubilados
beben lentos su vaso de vino.
Miran en el diario
los avisos de las defunciones,
hablan de la humedad, del reumatismo,
y luego se quedan en silencio.
Miran en el diario
los avisos de las defunciones,
hablan de la humedad, del reumatismo,
y luego se quedan en silencio.
No hay reloj
frente a la barra
y el calendario ya no sirve de nada.
y el calendario ya no sirve de nada.
JARDÍN BOTÁNICO
Una mujer da de
comer a docenas de gatos
mientras los mellizos maman de la loba.
Un anciano espera la llegada del invierno.
Árboles desconocidos, pero sombras amables
me reciben y paseo por los senderos
siguiendo el vuelo de las aves enmascaradas.
“Esta es la hora en que debo pensar”, digo,
y me siento a recibir el tibio sol del otoño.
Pero no puedo pensar.
Sólo espero que pases a buscarme.
Tú
o la Muerte.
mientras los mellizos maman de la loba.
Un anciano espera la llegada del invierno.
Árboles desconocidos, pero sombras amables
me reciben y paseo por los senderos
siguiendo el vuelo de las aves enmascaradas.
“Esta es la hora en que debo pensar”, digo,
y me siento a recibir el tibio sol del otoño.
Pero no puedo pensar.
Sólo espero que pases a buscarme.
Tú
o la Muerte.
PARA QUE QUEDE CONSTANCIA
Hoy no puedo
escribir un poema.
Los gorriones beben de las pozas de la última lluvia.
El magnolio florecido dice díbujame, huéleme, escríbeme.
Pero yo no puedo escribir un poema.
Los gorriones beben de las pozas de la última lluvia.
El magnolio florecido dice díbujame, huéleme, escríbeme.
Pero yo no puedo escribir un poema.
Dejo la fecha
para que quede constancia:
miércoles 8 de octubre.
Será un día largo.
miércoles 8 de octubre.
Será un día largo.
En:
Poesía Sur. El
Norte de la Poesía.
Guido Eytel, 1945-10 de diciembre de 2018.TU VOZ ESCRITA EN LA MEMORIA |