ELIANA SOZA M.:«INCONVENIENCIAS DE VIVIR EN MARTE»

 


 

QUERIDA ABIGAIL

Te empecinaste en continuar leyendo después del terremoto y escribir en esas hojas desvencijadas con el lápiz pequeñito de tanto usarlo. Te veía correr hacia el pedregal en días grises, escapando de nuestras tristezas y preocupaciones. Preferías las letras que podías controlar, armar a tu gusto, creando tardes soleadas, una casa bonita donde vivir, tu papá de vuelta trabajando en el jardín, la abuela preparando tu comida favorita y yo sonriendo viéndote en medio de los cuadernos y libros que te rodeaban siempre.

Ese mundo imaginado era mejor, más feliz. Me gustaría ser un poco como vos, niña querida, tener la capacidad de perderme en mis ideas o recuerdos bonitos, pero la realidad me pesa, me aplasta. Cada día viene con su problema, que dónde dormir, que la comida, que la tristeza, que el dolor. Por eso yo también prefiero que te vayas y te escondas en esas palabras, que la oscuridad no te toque o por lo menos que tu luz sea más fuerte. Ahora que perdiste tus libros solo te queda escribir tus propias historias. Me imagino al espíritu de tu papá susurrándote algunas, las que leían antes de ir a la cama.

Corre, Abigail, llena tu corazón de un lenguaje que te proteja de mis enojos y frustraciones, que te envuelva en su musicalidad y no escuches mi llanto por las noches, que te asegure que vendrán días mejores, que tu vida no siempre será esta. Durmiendo entre extraños, sin escuela ni profesores, sin papá y con una mamá que parece transparente por el dolor que la transforma.

 

LOS VIERNES

Al salir de la oficina, me gusta caminar por la orilla del mar, disfruto la sensación de mis pies descalzos sobre la arena y la brisa marina arrugando mi camisa. Luego de unos metros, me siento a escuchar el murmullo de las olas, a mirar el horizonte, que cada vez, parece más lejano. Algunas ocasiones el cielo ennegrecido anuncia tormentas, pero ni esas amenazas evitan mi deseo de admirar la vastedad de las aguas azules todos los viernes. Un paraguas es suficiente protección contra la lluvia, a no ser que la furia del viento arrase con él y conmigo.

Desde hace unas semanas me prometí no privarme de la belleza por miedo a los vendavales a su alrededor, qué sería de mi cordura sin esas expediciones semanales. Tal vez por esta reprogramación en mi vida me animé a invitar a Graciela, sin que importe nuestra edad y lo que pueda decir la gente de nosotros. Tiene algo de ola, es suave y fuerte al mismo tiempo, logra hipnotizarme y el aroma salado de su piel es cautivador. Tengo la esperanza que los siguientes viernes venga conmigo a estas caminatas y así no hablar solo como un loco, sino con ella sobre el futuro.

 

DUEÑO DE SU DESTINO

Para Homero Carvalho Oliva

 

Un niño triste admira a otros que cuentan historias de fantasmas en la Plazuela Triangular. Desearía ser como ellos, usar la voz para crear escenarios y personajes que hipnoticen a sus amigos, pero no puede, las palabras no terminan de salir, se tropiezan con la lengua; repite una sola sílaba y las risas de los demás lo enmudecen.

En su cama, mientras ve el cielo limpio de la pampa moxeña, sueña con ser un contador de cuentos, debe cumplir el destino de su nombre, piensa que el padre lo bautizó así con aquello en mente, pero su lengua no le obedece.

La oscuridad lo sume en un sueño, ve a su abuela que acaricia su cabeza pidiéndole que nunca olvide que todos nacemos con un pequeño sol interior que se recarga con nuestros deseos. Al amanecer recuerda esas palabras; aunque no logra entenderlas, las piensa cada vez que se siente solo.

Un día, mientras toma un lápiz en sus manos se da cuenta que ese sol está en las palabras, tal vez no en las que tienen sonido, sino en las que se escriben. Así empieza a hacerse realidad el destino de Homero de Santa Ana del Yacuma.

 

LA CULPA LLENA MI ESTÓMAGO

¡Fue mi culpa! No puedo olvidar sus caritas, estaba en mis manos salvarlos. Los vi transformarse, pero el miedo al contagio me ganaba. Una sola acción mía pudo cambiar su destino. No estarían en ese lugar frío y solitario. Los vería jugar, de nuevo, frente a mi casa, con sus pies descalzos y su pelota de bolsas plásticas. No me iba a hacer más pobre ni a quitar un bocado de la boca. Para ellos hubiera sido todo, pan llenando sus barrigas hinchadas por el hambre, sonrisas en medio de las lágrimas.

Ahora, ya no puedo comer, cada bocado me parece insípido. Siento hambre, sí, y me duele que lo hayan sufrido los pequeños sin tener qué merendar. No aguanto ni una migaja en mi boca. Creen que estoy loca, pero ellos no saben de la culpa que llena mi estómago y no deja que nada más entre.

 

A BAILAR

Él, con el pelo engomado y los mocasines bien lustrados, brillando bajo las luces del salón de baile. Ella, seductora con un vestido rojo y vaporoso, un escote en forma de corazón; los labios carmesí y el cabello con copete alzado y rizos. Sus miradas se cruzan mientras comienza a escucharse el contrabajo seguido de la guitarra y la batería. Ambos cuerpos se mueven al son de la música. Los tatuajes de ella le hablan a los de él. Sus manos se buscan, bailan incansables, como si se conocieran de siempre. Los dos saben que la realidad virtual solo dura de seis a siete. Después, deben volver a sus camas, sentados en sillas de ruedas.


 

CONFESIÓN

El próximo favor se lo pido a Santa Rita, nunca debí desconfiar de su intercesión, ella entiende a las esposas y obra para que se arreglen los problemas maritales. Es mi culpa que nuestra relación haya llegado a este punto. No recé ni creí lo suficiente, mi fe no alcanzó para los dos.

Quisiera volver el tiempo, levantarme de madrugada, ir a misa, encender una vela a la Santa con un rosario en mi mano frente a su imagen. Es imposible, solo me queda ir mañana y confesar todo al padre Damián, a ver qué penitencia me da por haberle partido la cabeza a Julián.

 

INCONVENIENCIAS DE VIVIR EN MARTE

Pienso volver a la Tierra y allí seguir mi exitosa carrera de asesino en serie. No es lo mismo practicar mi oficio en Marte. Ya no siento la emoción de contemplar ese líquido rojo pintando la hoja del cuchillo. Me confundo cuando apuñalo a los oriundos del lugar y en vez de sangrar, chorrean una espesa jalea verde. 

 

 

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ELIANA SOZA MARTÍNEZ (Bolivia). Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020) Editorial Electrodependiente, Bolivia.Encuentros/Desencuentros, Bolivia (2019).  Monstruos del Abismo (Microficción) (2020). Editorial Velatacú, Bolivia.

Pequeficciones (2020) Parafernalia, Nicaragua. Historias Mínimas (2020) y Microbios (2020),  Dendro Editorial, Perú. Brevirus, (2020), Brevilla, Chile. Umbrales: Antología de ciencia ficción Latinoamericana (2020), Ediciones FUNDAJAU, Venezuela. Error 404: Vinculo no encontrado. (2021). Editorial Libre e Independiente, Perú. La minificción en la voz de sus autoras y autores I (2021), Tusca editoras, Argentina.